miércoles, 1 de octubre de 2008

POST-PRAGA















Una de las ventajas de viajar, es que el tiempo transcurre por parámetros distintos a los habituales. Como en los sueños. Y de la misma forma que estos, cuando terminan lo hacen de forma abrupta y dejan una sensación de irrealidad. Sí, ayer estaba en Praga, bebiendo una Gambrinus, con tortícolis de tanto mirar hacia arriba buscando encontar algún edificio feo. Y con frío.
Ahora estoy en mi mesa de siempre, con este calor húmedo de la isla y parece que no ha pasado nada. Un estornudo en la rutina, un cosquilleo.
Ayer me parecía que llevaba semanas de viaje, ahora me parece que me fui hace un par de horas al cine y pasaban una peli ambientada en Praga. O que tuve un sueño bonito, de esos intensos que dejan un poso de melancolía amable, de esa que acompaña unos días.
Pero sí, valió la pena. Ha sido un chute de vitaminas visuales. ¡Qué sentido de la estética y de la armonía, los muy capullos ! Porque capullos sí que lo son, eh! Ni se te ocurra pedirles una indicación. Te miran con cara de: ¡apártate de mi camino, bicho!.
Estuve leyendo que una practica habitual de los checos han sido las defenestraciones. Son parte de su historia. Y poca broma eh, que así empezó la Guerra de los Treinta años. Si lo piensas, es bastante gráfico. Si alguien les incordia, lo tiran por la ventana. Aunque sea con la mirada.Yo, sin ir más lejos, me sentí virtualmente defenestrada unas cuantas veces.
Pero estar rodeado de cosas hermosas tiene un efecto balsámico, aunque haga frío, aunque sean unos bordes y aunque a la vuelta toque pisar tierra y caer de bruces en el reino de la horterada y el mal gusto.

4 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

Pues no sabía yo que los checos fueran del genero borde: habrá que ir con cuidado (cuando vaya algún día) de no arrimarse a las ventanas. Buen consejo

Anónimo dijo...

Pues yo me acuerdo que eran muy guapos;
claro que no hablé con ninguno.
La guía era una española enamorada de los checos que nos explicó que los amigos y las amigas se regalan flores así por las buenas.
Y luego , por la noche , también bebimos por aquellas calles mágicas , casi irreales.
Bienvenida a casa.
Besos.

Araceli Esteves dijo...

Intento huir de los tópicos. Había leído de su caracter agrio pero incluso me había olvidado. Pero llama la atención. A veces jode y a veces hasta resulta gracioso.

Anónimo dijo...

La bellesa que ens envolta es pot menjar amb forquilla i ganivet, quan la mirem amb els ulls, però després se'ns pot clavar a la panxa