sábado, 25 de julio de 2009

¿BLOGUEAS O TRABAJAS?

Veo que ultimamente somos muchos los que nos planteamos lo de seguir o no seguir con el blog, si tiene sentido, para qué lo tenemos, que razón nos empuja a exponer nuestros textos o nuestras pajarracas al amable bloguero que nos lee. Lo pienso a menudo. Lo de leer textos ajenos lo tengo claro, he descubierto muy buenos escritores ( muchos inéditos) en la red. Y muchas veces disfruto más de algunas de sus entradas que de algunos textos de autores de relumbrón ( algún día se tendrá que hablar de Millenium ).Tendría un disgusto de los grandes si cualquiera de los blogs que frecuento se cerrara. Lo tomaría casi como un abandono, una pequeña muerte.
A los blogs hay que darles de comer con cierta frecuencia, es parte del juego. Lo que escribes un día, lo leen unos cuantos fieles (a los míos no me cansaré de agradecer sus visitas) y algún despistado que pasaba por ahí. Despues los textos van engrosando un paquete de entradas antiguas que quedan hibernando el sueño de los olvidados.
Hay algo de exhibicionismo, sin duda, también de vanidad, y mucho de búsqueda de esa respuesta inmediata de los lectores ante un texto recién horneado. Otros textos surgen de la necesidad de gritar alguna verdad que nos quema en la garganta y de hacerlo a golpes furiosos de tecla. Lo cierto es que cada mañana, después de abrir la oficina, encender las luces y conectar el ordenador, antes incluso de comprobar si hay alguna tarea urgente pendiente, entro en "el pasado que me espera" y me dirijo a la columna de la izquierda a ver en qué andais metidos. Intuyo sobre qué puentes invisibles vais a proponerme caminar en los momentos que iré arrancando a las obligaciones, que sin duda también me esperan ese día (basicamente me desesperan).
En fin, que por estos y algunos motivos más, yo lo tengo claro, blogueo.

jueves, 9 de julio de 2009

REFLEJO EN UN CHARCO

A veces imagino
un vientre que me espera,
en un mundo que ha depuesto

sus afiladas trampas.
Descontando las derrotas,
precisas, definitivas,
los besos que no me dieron
y los hijos que no parí,
al final quedan mis huellas

pisando mapas extraños,
continentes ajenos

que transité como propios.
Por las noches sueño
en una herencia liviana
y que alguien me convoca
a un amor inocuo.