martes, 25 de noviembre de 2008

TRISTEZA


A veces es así,
te levantas y echas de menos un nombre.
A tus espaldas late aquello que fuiste,
que dejaste escrito en renglones desiguales.

El agujero de lo que queda por venir,
está abierto a la ferocidad de todas las posibilidades.

Yo solo desearía un ir pasando,
un tiempo lento, de silencios amables,
besos oportunos y pestañas saladas
por mareas benignas.

Duerme en mí lo que nunca concluyó,
me habita casi en exclusiva a veces,
convive con el dolor de lo definitivo.

En los días oscuros, tensos y vacíos,
bucear en mí misma es la única posibilidad,
y el mundo es un lugar inaccesible y ajeno
en el que otros cosen sus historias.

MOMENTO DE ÉXTASIS EN UNA TARDE CASI INVERNAL

Abro mi navaja y me acerco sigiloso, midiendo mis pasos para evitar que el ruido me delate. Me ha costado dar con ella pero ahí está, luciendo con orgullo su talle delgado casi oculto bajo el elegante sombrero marrón. Un manantial de sudor frío se va abriendo camino, trazando finos surcos en mis mejillas. Nada podría detener ahora ese goteo incesante de emoción contenida. Pero debo ser diligente si quiero evitar que alguien me descubra. Un corte limpio es el único pensamiento que me acompaña en este instante en el que sólo me preocupa que algo pueda estropear su belleza. Poco a poco acerco el filo de la navaja a su cuerpo, que se separa con delicadeza del pie que la sostiene. La seta de los caballeros reposa ahora espléndida en mi mano. Sin una sola mácula. Es la primera, delicada y hermosa, inaugurando por fin la temporada. Cada año es más difícil hacerse con buenos ejemplares.

martes, 18 de noviembre de 2008

PEQUEÑAS MISERIAS



Vivo en el extrarradio de una gran ciudad, en un piso que acabaremos de pagar dentro de nueve años. Tengo un trabajo fijo que me deja las tardes libres para dedicarlas a mis maquetas. Como miembro activo de la asociación de vecinos, puedo afirmar, aun a riesgo de pecar de inmodestia, que buena parte de las iniciativas tomadas para la mejora del barrio han sido propuestas mías, secundadas por una amplia mayoría. Conchita me quiere, yo la quiero y el sexo después de dieciseis años sigue siendo pasable. Soy el rey de las ensaladas, pelo las zanahorias a velocidad de vértigo y mezclo los ingredientes siempre distintos para no adormecer los paladares. Los niños crecen bien, haciéndose a sí mismos las preguntas habituales. Los fines de semana salimos al campo, y si hay suerte y el domingo no pillamos atasco, me da tiempo de tomar unas cervecitas con los colegas en el bar.

Lo sé, como borrador de una vida no está tan mal, pero algo me impide pasarla a limpio.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

AMANTIS


No dormía a mi lado cuando la primera luz del día me despertó. Le busqué por toda la casa. Su móvil no tenía cobertura. Excitada como estaba al recordar la noche anterior y con su olor a tierra húmeda todavía vivo en mi hombro, mojé mis dedos en el rastro que su saliva había dejado en mi boca. Después los dedos resbalaron obedientes y finalmente lo encontré, escondido y asustado en el más recóndito de mis pliegues.

lunes, 10 de noviembre de 2008

LOS QUE NO SOY

No nací en Somalia,
ni soplo vida a cucharaditas,
a mi hijo nacido para morir.

Tampoco soy un marinero portugués
con una cicatriz en el ojo,
producto de los celos de una mujer.

No soy un niño palestino
que apedrea tanques israelíes.

Ni fui una prostituta del East End
en el Londres victoriano.

Soy yo y no sé porqué.
Sobrevivo sin saberlo.
Visto mis sueños
y maquillo las ausencias
que solo me duelen a mí.

Llevo en la maleta
los restos de mis naufragios.

Y el color azul solo es
mi forma de ver el azul.
Nunca el azul que vería
el marinero portugués
que pude haber sido.

Vivo la vida metida en mí,
la veo desde mi ventana,
que es capricho de la genética.

Cada mañana
me yergo sobre mis dos pies.
Salgo a mi percepción del mundo.
Con las luces y las sombras
tamizadas por mis visillos.

No ahora, ni hoy,

en este día que amanecí rara,
pero sí me ocurre casi siempre:
me levanto sin conciencia ni nostalgia
de aquellos que no soy.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

EL DENTISTA

Me seco el sudor de las manos en las costuras laterales del pantalón Si me he atrevido a venir es porque desde hace días la raiz de la muela del juicio me está taladrando el maxilar inferior, y persisten en media cabeza los latidos de un dolor apaleado por los calmantes. Los lagrimones caen más por miedo que por otra cosa y la angustia queda atrapada bajo mis párpados cada vez que los cierro. Siento mis diez uñas clavadas sobre el potro de tortura y el dentista urgando con un placer insano, como de violador, en el foco del dolor. Un babero ridículo de papel , el espejito, la sonda dental. El ruidíto de la cánula de aspiración que cuelga del labio como una percha pesada. Enjuagar y escupir. Querría escupirle a la cara pero me contengo, más que nada porque a diferencia de él, voy desarmada. Mmmm...veamos, mumura el torturador de bata blanca acariciándose el mentón, creo que podremos salvarle la muela, pero mucho temo que tendré que extirparle el billete de quinietos euros que lleva incrustado en el paladar.

lunes, 3 de noviembre de 2008

ONETTI

Esta vez cuelgo un microrrelato del que para mí es uno de los mejores escritores de la angustia, maestro en sumergir al lector en atmósferas inquietantes. Cuánto se puede contar con tan pocas palabras. Nada sobra y nada falta.

LOS BESOS

Los había conocido y extrañado de su madre. Besaba en las dos mejillas o en la mano a toda mujer indiferente que le presentaran, había respetado el rito prostibulario que prohibía unir las bocas; novias, mujeres le habían besado con lenguas en la garganta y se habían detenido sabias y escrupulosas para besarle el miembro. Saliva, calor y deslices, como debe ser. Después la sorpresiva entrada de la mujer, desconocida, atravesando la herradura de dolientes, esposa e hijos, amigos llorones suspirantes.Se acercó, impávida, la muy puta, la muy atrevida, para besarle la frialdad de la frente, por encima del borde del ataúd, dejando entre la horizontalidad de las tres arrugas, una pequeña mancha carmín.