miércoles, 1 de febrero de 2012

Al otro lado del río

No fui consciente de la insensatez de mi decisión hasta que llegué, casi con mi último aliento, al otro lado del río. Desde allí pude ver como mi amada nadaba el trayecto inverso hasta salir del agua, lejana y devastada, buscándome. Separados de nuevo por las sempiternas aguas heladas, nuestro deseo permanecía anclado y vigente en el espacio que separa las dos orillas.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre dos orillas, dos miradas; estaremos condenados a no encontrar-nos? el único aliento es el deseo que, aunque anclado, nos hace sumergirnos una y otra vez en las heladas aguas de la búsqueda. Araceli conoce las claves, saber eso también nos salva.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Araceli, hoy me has hecho sentir angustia.

Una pieza medida, con un desarrollo estricto de la trama y un fondo de drama intenso.

Pocas palabras, mucha historia.

¡Mis aplausos!

Un abrazo,

Alejo Z. dijo...

El eterno drama de los enamorados...
Como un poema. Un abrazo.

Puck dijo...

¿Cómo puedes encerrar tanta separación y angustia en tan pocas líneas? Me ha encantado ese cruce de nadadores enamorados
saludillos

Raúl dijo...

Un problema, el no tener móviles a mano para concretar.

manuespada dijo...

Una historia de amor y distancia contada desde un lirismo sencillo y penetrante. Los he visto, en silencio, mirándose desde orillas opuestas.

Nicolás Jarque dijo...

Araceli, los amores prohibidos, los difíciles son así. El deseo, el amor y el poder concretarlo se van cruzando de orilla en orilla. Me he hecho esta interpretación del relato que para mí encierra un mensaje parecido.

Un abrazo

Maite dijo...

A veces hay distancias que son insalvables. Muy bien escrito, Araceli. Yo le hubiera quitado el sempiterno, pero eso es cuestión de gustos sobre la adjetivación. De veras, me ha encantado la manera en que has descrito la situación, terrible y descorazonadora. Abrazos.

Luisa Hurtado González dijo...

Me he sentido retratada. Mi pareja y yo, cada vez que uno dice blanco otro dice negro y al revés; sin embargo, afortunadamente, cuando nos descubrimos otra vez cada uno en una orilla, nos tiramos al agua a la vez, a veces nos cruzamos para descubrirnos de nuevo separados, a veces nos encontramos en mitad de cauce, sonriendo y diciendo: jo, qué dificil.
Pero sonreímos y seguimos tirándonos al agua.
Las separaciones se pueden salvar, basta querer hacerlo.

Rosana dijo...

Me gusta y me gusta aún más porque le puedo hacer muchas lecturas, no solo de pareja sino de la incomunicación y los desencuentros entre humanos a un nivel más universal, bueno más planetario...


Abrazo

AGUS dijo...

Hay en el fondo el desasosiego de ahogarse, y al mismo tiempo de nadar para evitarlo. Sin embargo, la desazón en ambos lados es aún mayor. Genial.

Abrazos.

Sergio Cossa dijo...

Muchas veces, la separación, la lejanía, sostienen amores que se suponen eternos.
¿Qué habría pasado si se encontraban en el medio del río helado?
¡Saludos!

Dol dijo...

Se han cruzado??
...
Suele pasar.
Muy bueno,para variar.
Beso siberiano.

Elysa dijo...

Amor y distancia, muy bien contado.

Besitos

La sonrisa de Hiperion dijo...

Encantador blog el tuyo, un placer haberme pasado por tu espacio.

Saludos y buen fin de semana.

J. G. dijo...

y sin porde ir hacia atrás en nada, por eso lo del río imagino.

Gemma dijo...

¿Puede avivar el desencuentro la pasión y la desazón por igual? La respuesta, en tu pieza...
Muy bueno, por cierto, ese final, cuando dices: "nuestro deseo permanecía anclado y vigente en el espacio que separa las dos orillas".
(PS: Me gustan mucho estos últimos micros escuetos pero tajantes, de grandes rotundidades).
Besos

Javier Ximens dijo...

Cruzar amores. No queda claro que fuera una insensatez. Al estar en primera no sé que piensa ella, quizás simplemente: son polos opuestos. Es lo que me haces pensar.