martes, 10 de febrero de 2009

EL DESENCUENTRO

Aquella mañana de otoño de 1973, Lorenzo despertó con un leve dolor de muelas palpitando en su mandíbula inferior. Pensó en bajar a la farmacia a comprar unos comprimidos para afrontar lo que parecía el principio de una infección. Ahora bajaré, se dijo entregándose al abrazo de la modorra y a su pequeña promesa de alivio. Aspiró el olor entre agrio y dulzón de su cuerpo caliente y acomodó su erección sobre el vientre. El sueño dejó en suspenso la urgencia por los calmantes.
Laura se decidió por unos zapatos marrones abotonados sobre el tobillo y una falda de ante para acudir a la cita de trabajo. Era la tercera vez que se presentaba esta semana para cubrir una vacante de secretaria. Las otras dos veces había recibido un trato brusco en forma de respuesta idéntica: no tiene usted el perfil. Rebuscó en el baño una píldora de codeína que aliviara los fuertes pinchazos menstruales que amenazaban con arruinarle el día. Encontró el frasco, pero vacío.
La farmacia quedaba de camino a la parada del tranvía.
Pero los hilos no se tejieron, la historia no fraguó.
Lorenzo dormía en el momento en el que Laura abrió la puerta de la farmacia. Cuando tropezó en el segundo escalón y cayó al suelo, él no estaba ahí para ver su gesto de dolor, sus lágrimas, su cejas gruesas enmarcando una mirada azul. No esperó sentado junto a ella la llegada de la ambulancia y Laura no se olvidó un poco de su dolor para sonreírle.
Lorenzo sólo escuchó la sirena lejana, que se acercaba insistente para colarse en su sueño, para confundirlo hasta despertarle. Después la oyó alejarse, se llevaba a Laura y a su fémur roto y también los besos torpes y apresurados que se hubieran dado en el parque dos semanas más tarde, un amor intenso y breve, el desamor, las lágrimas de despedida.
Oyó la sirena alejándose como quien oye un recuerdo, al tiempo que se vestía para bajar a la farmacia.

17 comentarios:

NáN dijo...

¡Que bonito, Pasado!

Ese papel de autora-diosa te permite saber, y contarnos, la pérdida que ellos desconocen. Constantemente, el azar nos trae y nos quita.

Y el cartel de la farmcia de Novelda es genial, ¿de dónde lo has sacado?

Vidadebohemia dijo...

Porque cualquier mínimo detalle puede cambiar la historia. Ésta, o cualquier otra.

Precioso.

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

Seguramente este mundo lo rige un azar menor.

Marta Sanuy dijo...

Me ha gustado un montón. Sobre todo lo de "como quién oye un recuerdo"

Miguel Baquero dijo...

A mí también me ha gustado. Muchas veces pienso (estoy seguro) de que si en algún momento de mi vida me hubiera parado ante el disco que estaba en ámbar y no me lo hubiese saltado, ahora viviría una vida muy distinta

Gemma dijo...

Me ha gustado mucho cómo le das un giro a esa historia de amor correspondido apuntada por el narrador, convirtiéndola en una historia de amor más. Ese punto realista, creo, la vuelve más intensa.

Una experiencia menos...

Anónimo dijo...

Continuamente cambio de rumbo y me pasan cosas, Elpa,y medio zumbada pienso cosas así.
Doblo la esquina y veo un pelirrojo que no hubiera visto de haber seguido recto, o cruzo la calle y me encuentro una canica azul, o de repente cambio de idea y encuentro un insólito aparcamiento...así siempre , aunque tus protagonistas pierden mucho más de lo que ganan al no coincidir.
Me pasará a mí lo mismo??
Ojú, que me rayo.
Me gustó mucho.
Besos.

Manu Espada dijo...

Me ha gustado mucho este "No recuerdo" de un "No encuentro".

Terapia de piso dijo...

Historias de cosas que no pasan.

Me sorprenden las mujeres que escriben sin inhibiciones. Estaba por decírtelo.

Un abrazo.

José Roberto Coppola

Carlos Frontera dijo...

Así es, prima, cada descarte en el presente supone también un descarte en el futuro. Yo prefiero no detenerme demasiado a pensar en estas cosas. ¿Recuerdas lo que le ocurrió al primo Isaías? El pobre, cuando le explicaron en clase eso del efecto mariposa, que el aleteo de una mariposa en una parte del planeta puede ocasionar un huracán en la esquina opuesta, se angustió al pensar qué no podría ocasionar entonces cada movimiento suyo, por insignificante que fuese. Desde entonces, su vida se asemejó a la de una estatua. Trabajó con mimo en los parques, como maniquí en los escaparates, como modelo en la facultad de Bellas Artes. Procuraba moverse lo menos posible. ¿Recuerdas el suplicio que le suponía sucumbir a un estornudo? Inmediatamente prendía todos los televisores y las radios, en busca de noticias de alguna catástrofe en alguna parte del mundo. Qué infeliz se sentía cuando se enteraba de un terremoto en Irán, de una ola de incendios en Australia, cuánta culpa cargaba sobre sus hombros.

Vale, ya paro. Tu micro me ha recordado a uno de la excelente escritora argentina Ana María Shua, experta en las distancias cortas. Te lo transcribo porque creo que te va a gustar:

Concatenación
Los acontecimientos del pasado son los que determinan el presente. Por ejemplo, si tus padres no se hubieran conocido, hoy no existirías. Cuanto más se retrocede en el encadenamiento de circunstancias que conforman la historia del mundo, más inesperadas y sutiles serán las consecuencias que acarree el hecho más nimio, en una compleja, casi infinita sucesión de concatenaciones. Por ejemplo, si durante el cretásico superior cierto plesiosaurio carnívoro no se hubiera comido los huevos que una hembra de triceratops desovó tontamente cerca de la orilla, quizá, vaya uno a saber, me seguirías queriendo.

Raúl dijo...

Si le doy una vuelta de tuerca a la interpretación de tu maravilloso, y digo bien, maravilloso micro, pienso que quizá ese desencuentro es el inicio, el símbolo, o la señal de la ruptura de la relación entre Lorezo y Laura. Y es que tus personajes podrían ser pareja. Una pareja desvencijada, acomodada en el quehacer de creerse queridos recíprocamente, que al no poner más de sí, no obligan al destino (el futuro está en nuestras manos, podríamos decir para jsutificar este comentario) para que haga de las suyas y cree románticas coincidencias.
Es decir, el desencuentro no les va a impedir conocerse, sino que les va a conminar a abandonarse.
¡Bravo!.

Pd.- El micro de la escritora argentina que nos transcribe el que viaja solo, también es excelente.

Txell Sales dijo...

Bé, ja t'ho han dit tot, però el que més m'ha agradat del micro és l'adjectivació: rica, acurada i real. No es troben perquè Lorenzo no s'aixeca en el moment exacte del llit i igualment era una relació condemnada a l'oblit. Molt bo. Una abraçada.

Anónimo dijo...

Como siempre: todo un placer leerte.
Precioso.

Bárbara dijo...

Cuántas historias quedan suspendidas en el pudo ser. Supongo que para suplir ese vacío eso están los libros o los maravillosos relatos como éste. Un abrazo, cuentista.

Araceli Esteves dijo...

Gracias NAN, el azar, tal como dice Cortazar en el video que he colgado más arriba, trabaja mucho mejor que la lógica.

SHAYNNE, Tienes razón, es cierto, da escalofríos pensar en el peso del azar en nuestras vidas.

MUY SEÑORES, o menor o mayor, según se mire.

MARTA, gracias, no es dificil oir recuerdos, a mí me pasa a menudo. Y a veces se ponen de un pesado...

MIGUEL, ¿cuántas posibles vidas nuestras viven por ahí sin que nos demos cuenta? porque según dicen los que estudian lo de la física cuántica, todas las posibilidades están sucediendo (qué mareo!)

Después sigo...

Araceli Esteves dijo...

Sigo...
MEGA, es cierto, hasta las historias más simples pueden encerrar algo mágico.
REYES, dicen que todo está lleno de señales, que si supiéramos interpretar nos ayudarían a conseguir lo que buscamos.
MANUEL, el tema de tener una memoria de los no-recuerdos me parece de lo más fascinante, y de los recuerdos futuros qué me dices?
JOSÉ ROBERTO, lo mejor de las inhibiciones es el placer de liberarse de ellas.Qué recuerdos, VIAJERO... y qué buen relato has escogido para ilustrar eso del azar, que parece que nos fascina tanto a todos.
Gracias RAÚL, me encanta esa vuelta de tuerca que le has dado a mi relato. Podría ser así como lo cuentas, sin duda.Gracies TXELL, m´alegro molt de que t´hagi agradat. Es dificil adjectivar bé. Malament si et passes i malament si et quedes curt.
SINUOSA, lo mismo digo de leerte a ti.
Es cierto BÁRBARA, Yo recuerdo una época en la que me torturaba con el "hubiera podido", atribuyéndome dosis excesivas de culpa en las cosas que me pasaban. Menos mal que lo acabé superando.

TortugaBoba dijo...

Aun siendo una historia muy bella y bien contada, me ha dejado triste. "El azar hace muy bien las cosas, mejor que la lógica", estoy oyendo decir a Cortázar. No sé, no sé. Qué sinvivir si uno se pone a pensar qué hubiese pasado si...
Beso guapa.