martes, 29 de mayo de 2012

La cesta de la compra

La estación de autobuses es camino obligado cuando vuelve a casa cargada con la compra. Nunca antes había reparado en los nombres de ciudades que llevan en la frente los vehículos. Pero hoy sí los mira, con ligereza primero, más atenta después. Una rama de apio que sobresale de la bolsa de compra, va cepillando su rodilla desde que salió del supermercado. Mientras camina delante los autocares y lee los nombres, sus pensamientos viajan de las ciudades a la sucesión de tareas que le esperan al llegar a casa. Poner el agua en la olla, Madrid, Valencia, lavar los puerros, Zaragoza, cepillar las zanahorias y el apio, limpiar el pollo, Granada. Marsella, lee en voz alta. La comida se interrumpe y ella se detiene frente al autobús. Le gusta el nombre, Marsella, se gusta a sí misma pronunciándolo. Marsella le hace pensar en películas antiguas de marineros tristes de brazos tatuados y trenes de vapor que huelen a tabaco de pipa. Las imágenes son potentes, opacan cualquier mínima filtración de duda. Las bolsas quedan en el suelo, al sol, apoyadas en una marquesina. Las mira a través de la ventanilla. Las hojas de la rama de apio se mueven de un lado al otro sopladas por una brisa graciosa, muy oportuna. Es como si el apio se despidiera, piensa ella. Y sonríe.

17 comentarios:

Juan Yanes dijo...

Esas poderosas imágenes nos pueden volver locos y obligarnos a desertar de todo y salir pitando. Me ha encantado la historia.

Enrique dijo...

Voy raudo al mercado a comprar unos cuantos apios, luego a la Estación del Norte...o al Prat.
Delicioso relato.

Gemma dijo...

Desde luego, hay nombres capaces de evocar y convocar mundos maravillosos. Genial ese apio humanizado.
Besos, Araceli

AGUS dijo...

La historia de una huída, qué bien manejas la elipsis.

Abrazos.

Propílogo dijo...

Pobre apio, víctima de la necesidad animal del humano de escapar de vez en cuando.
Pobre apio, buscando una rodilla nueva.
Genial, Araceli.
Abrazo
Gabriel

Nicolás Jarque dijo...

Araceli, escapar con una excusa o una imagen siempre es más sencillo que sin explicación alguna. El relato muestra con pequeñas pinceladas a una mujer hastiada de su existencia y ansiosa de una libertad que está lejos.

Me gustó ese juego de la cesta de la compra y sus proyectos de futuro.

Abrazos.

Petra Acero dijo...

Qué aventurera, qué loca, qué atrevida, qué atolondrada, irreflexiva, soñadora...
Araceli, qué bien descrita la situación, la ensoñación, la cotidianidad, la monotonía. Preciosa y plástica la imagen del apio "diciendo adiós".
Un abrazo.

Xesc dijo...

Una huida de un par de apios. Me gusta lo que cuenta y cómo, pero mucho más lo que no nos cuenta.
Como dice Agus, este cuento es un auténtico iceberg.

Abrazos

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Es admirable el talento que tienes para hacer tan visual tu literatura, Araceli.

La respiración narrativa, la elección del lenguaje -trabajado, preciso- y el tono ajustado de este micro hacen de él una joya.

Un abrazo admirado.

Lola Sanabria dijo...

Subirse a un autobús tras un nombre es dejar atrás la rutina, que tan bien enumeras en esa sucesión de acciones de cocina intercaladas con nombres de ciudades. Y tú lo haces sin drama, con una brisa graciosa.

Me encantó.

Abrazos madrileños.

Elysa dijo...

Muy visual se ve cada paso, cada gesto y todos los movimientos de la persona y de las cosas. Sobre todo en ese final con los puerros despidiendo a esta mujer que ha sucumbido al poder evocador de un nombre.
Un placer volver a leerte.

Besitos

Flavia Company dijo...

Muy bueno, Araceli. Me ha gustado mucho. Ágil, veloz, conmovedor. Deja una sonrisa triste de triunfo en quien lo lee. Como la sonrisa que se le debe de haber quedado al apio, más o menos.

Iván Teruel dijo...

Muy bien retratada esa alternancia y convivencia cotidiana entre lo imaginario/lejano, y lo inmediato/cotidiano. Menos lírico que otras veces. Más dinámico. Igual de solvente. Si pasas por mi blog, verás que he tenido un modesto detalle contigo.

Unknown dijo...

Enhorabuena, Araceli. Un relato entrañable, lenguaje muy cuidado, muy conmovedor. Gracias, amiga!


Si tienes un ratito, por favor, échale un vistazo a mi BLOG: http://luciavitali.blogspot.com/

Tracy dijo...

Encontré por casualidad tu relato y me ha ncantado, tanto... tanto... que me quedo por aquí leyéndote despacito.

Javier Ximens dijo...

Madredelamorhermoso, Araceli, como no me perdono no pasar por aquí a menudo. Esta historia es tremenda. Representa el cambio de vida que casi nadie se atreve a hacer. Es genial ese gazpacho que has hecho de verduras y venturas. Mola.

Celsa Muñiz dijo...

¡Precioso!