Es una casa sin ventanas, sin sillas, sin mesas. Ni un fregadero que recoja el agua de un grifo inexistente. No hay camas que convoquen al descanso, ni paredes que detengan vientos inoportunos. Tampoco existe un tejado que detenga la lluvia. No hay aire, ni cajones, ni espejos. Solo persiste mi empeño en seguir llamándole casa.
19 comentarios:
Una casa que habita en el recuerdo...
Besos desde el aire
Araceli, me parece una idea brillante. Hablas de una casa, pero en realidad estás hablando de tantas cosas... Y construir realidades a partir de ausencias y empeños me parece sublime. Genial.
Abrazos.
No hay nada que construya tantos castillos en el aire como nuestra terquedad. Y lo malo es que somos capaces de vivir en ellos, sí.
Eso que se ahorra de limpiar... Perdona el chista malísima, Araceli, es un micro fenomenal, en tu línea
Araceli, no sé que decirte, bueno sí, me parece un micro magnifico, es increible la emoción que consigues impregnar en tan poco espacio, habla de ausencias pero está lleno de cosas y de alguien que lo cuenta.
Besitos
Pero seguro que además está gravada con una hipoteca, y no, no es un comentario frívolo el mío, sino metafórico.
Todos los lugares son la casa del nómada.
Abrazos,
PABLO GONZ
Duro y brillante porque no hay nada mejor que inventarse las cosas, y esto lo hacemos todos.
Puede ser una casa , un amor ,una vocación o una familia, algo que pensábamos que teníamos pero que no tuvimos nunca en realidad .
Buenísimo.
A tus pies.
Las ausencias duelen, por eso a veces nos negamos en aceptarlas, y por eso lo siguen llamando "casa", por lo que fue más que pro lo que es. Estupendo texto. Sugiere muchas cosas.
Jo Araceli, me ha parecido excelente. La ausencia destaca de forma increíble lo que la protagonista echa en falta. Y lo único que prevalece es el empeño, genial. Enhorabuena
Y besos
He aumentado la foto porque me parecía ver un remolino en el fregadero.
Tiene tantas interpretaciones tu micro, de ahí su excelencia, que me tengo que quedar con una.
Con el remolino que engulle los delirios de grandeza de muchos. Se nota que acabo de escuchar alguna que otra noticia alegre de cada día.
De lo que sí me alegro es de que esta señora no tenga casa porque está "jartita" de limpiar.
Un abrazo.
Qué fuerte, el relato de los pájaros. Yo también creo que queda mejor un cuervo que un murciélago.
El narrador de este otro ha perdido mucho más que la casa…
Un saludo.
Me fascinó el tono fatalista y meláncolico que se pudo transmitir sin llegar a caer en lo ordinario pero abrazando la originalidad.
Saludos.
Qué casualidad que acabo de terminar un libro de John Berger en el que habla de las casas y dice: para el que no tiene nada, su casa son sus hábitos.
¡Qué micro feroz! Creo que tanto Olga como Reyes y Rocío, en sus respectivos comentarios, dan con el meollo de tu pieza. Yo hubiera expresado algo similar.
No puedo -por cierto- dejar de conectar este micro concreto con el primero que escribieras para tu blog, el del plato estrellado en el fregadero..., todavía no sé por qué. Voy a buscarlo para releerlo...
Un abrazo muy fuerte!
Qué cuento más bueno. En realidad todas las personas tenemos una casa mental, ideal... pero vivimos en otra que suele ser un desastre.
Muchas veces los espacios amados, aunque ya no sea como recordábamos, como quisiéramos, siguen en nuestros recuerdos como siempre.
Siempre será su casa.
Un saludo.
Lo has dicho de una forma...
Y además escribes bien...
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