sábado, 24 de septiembre de 2011

HIPOCONDRÍA


Un calambre me avisó de la inevitable presencia de un principio de úlcera. La urticaria empezaba a extenderse incontenible por brazos y piernas, al tiempo que una severa broncoconstricción disminuía el flujo de entrada de aire a mis pulmones hasta provocarme un ataque de asma. Zumbaban mis oídos como si un enjambre de abejas hubiera anidado en ellos. La nausea también llegó puntual precediendo a las arcadas. Me arrastré hasta el baño. Vomité la aspirina que acababa de tomar y al instante me sentí libre de todos aquellos terribles efectos adversos con los que el prospecto amenazaba. Me sentí feliz y aliviada de recuperar mi seguro y tranquilizador dolor de cabeza.

19 comentarios:

Miguel Pasquau dijo...

...Mi alegría frenó en seco y me dejó clavada en una reflexión que aún no he podido vomitar: ¿y si no fue por la aspirina? ¿Y si han sido los primeros síntomas de mi enfermedad definitiva?

Rosa dijo...

Casi que mejor no leo los efectos secundarios...

Besos desde el aire

AGUS dijo...

Fenomenal ejercicio de contorsionismo. El giro final nos desvela que los límites entre ficción y realidad no existen, los creamos nosotros.

Abrazos.

Elysa dijo...

Muy buen micro, Araceli, describes con maestría como nos podemos llegar a sugestionar hasta el punto de crear esos "efectos secundarios"

Besitos

Juan Yanes dijo...

Redondo. Es verdad, yo conozco personas que leen la contraindicaciones y empiezan a notar todos los síntomas descritos hasta la exhaustividad en los malditos prospectos. Un abrazo

Maite dijo...

Muy bueno, Araceli. Perfecta la descripción de todos los efectos secundarios, y es que es verdad que hay veces que uno se lee el prospecto y no sabe si será peor el remedio que la enfermedad :)

Isabel dijo...

Ja,ja,ja, y que lo digas, a veces es lo mejor.

Un abrazo.

Daniel Sánchez dijo...

Gran manejo del vocabulario y remate excepcional empleando el humor.

Gemma dijo...

Lo de tu personaje es un caso de autosugestión puro y duro. Hay que ver la de posibilidades que existen para no dejar de sufrir ni un solo momento...
(Tu foto también es muy expresiva. :-)) Un abrazo

Anónimo dijo...

ha arribat la tardor...el llesamí perdra .poc a poc,les flors i el pafum...pero nosaltres no ens esanimem mai...

petons del savi

Pablo Gonz dijo...

Me gustó, me gustó. Destaco la faceta crítica y el ambiente pesadillesco que sabes crear. Todo muy bien conjuntado.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ

Miguel Baquero dijo...

Jejejeje Más vale lo malo conocido...

Xuan dijo...

Me gusta.

Me recuerda un poco a Cortázar. ¿Puede ser?

manuespada dijo...

Muy buena vuelta de tuerca la que le has buscado a estos efectos secundarios de la aspirina. Hay una regla de oro para un hipocondríaco, que es no leer nunca esa parte de los prospectos, ni buscar en Internet, no al final morirá de la propia hipocondria. Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Cuando en una medicina pone: "leer literatura adjunta", lo mejor es no leer el prospecto y abrir un cuento de terror (como los tuyos, que ya sabes que siempre me inquietan;-)
Muy bueno.

J. G. dijo...

la iluminación de la foto le quita esa especie de desesperanza que trata el texto, pero genial

Humberto Dib dijo...

Excelente relato con final sorpresivo.
Veo que escribes con conocimiento teórico del asunto, pues es común esa sintomatología en pacientes hipocondríacos.
Te dejo un beso.
HD

Raúl dijo...

Ayyy de quien no se sienta bien sumido en su dolor... y sólo en el suyo.

Marcelo dijo...

Dolor de cabeza, la madre de todas las hipocondrías