La luz de la tarde se empeñaba en emborronar los contornos de las cosas como si se propusiera adecuarlos a la exigencia del escenario impreciso de los sueños. Adela dormitaba sobre el sofá mientras su madre se ocupaba de cepillarle el pelo. Había algo mecánico, muy placentero para ambas, en aquel acto realizado con incontestable rigor. Se oyó la cerradura de la puerta. Álvaro entró cargado de bolsas y ni siquiera las besó, se limitó a un ¿cómo están mis reinas? Era raro en él, tan atento siempre con las que él llamaba “sus mujercitas” El silencio llegaba cargado de información. Sonó el teléfono y Álvaro acudió de inmediato a contestar, para después encerrarse a hablar desde su dormitorio. El suave, acaramelado tono de voz les llegaba como el murmullo de un presagio, un leve pellizco de orfandad. Miau, dijo Adela moviendo el rabo. Miau, miau, dijo su mamá.
14 comentarios:
Que maravilla de cuento Araceli.
Me quito el sombrero.
Besos admirados desde el aire
Si pretendías sorprender, en mi caso lo has conseguido. Final totalmente inesperado. Me gustó. ¿No tiene título?
Besitos
Me ha ocurrido exactamente como a Elysa. Una sorpresa genial, elegante, sutil y perfecta.
Un gustazo de lectura.
Gracias Elysa por mencionarlo, se ha había olvidado.
Un final sorpresa sorprendente. Miau, miau y requetemiau.
Una belleza de relato. Me encantó.
Mil besos.
Bravo! Me ha enternecido el saber que eran dos gatas.
Se sale de las líneas habituales y es inquietante, pero lo que más me gusta es cómo mimas cada frase. Obligas al lector a detenerse y a saborear lentamente su escultura.
Besos.
Siempre te leo , vine el otro día pero no comenté.
Te digo lo mismo q pensé.
Buenísimo , miau ...los celos gatunos son mortales , cuidaito tiene q tener la otra.
Acabará tuerta y las gatas a la protectora .
El amor lo estropea todo.
Besos.
Muy buena historia: la primera frase es un marco sublime, inmejorable.
Una estupenda historia, Araceli. Hay coordinación muy precisa entre forma y fondo. No es una pieza fácil de escribir pero tú la lograste.
Un admirado abrazo,
PABLO GONZ
Preciosa, pero los celos no sirven para nada, tan solo para autoflagelarse. Parece que los haya inventado el catolicismo.
Petons.
gatas.
Araceli, me ha encantado tu micro gatuno... Por la sorpresa final y sobre todo por la naturalidad con que consigues llevarla a cabo. Enhorabuena.
Abrazos
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