viernes, 20 de noviembre de 2009

LA HUIDA



Los faros del coche proyectan sobre la carretera una luz irreal, de sueño inquietante. La linea discontínua es un pespunte infinito que el coche parece coser en su rodar constante y monótono. Se diría que se trata del mismo tramo de carretera recorrido una y otra vez. El hombre que está sentado al volante parpadea nervioso. De algún modo extraño se siente parte de la máquina que rueda incansable en esta noche lúgubre, de oscuridad acechante. Acciona el limpia-parabrisas y en el vaho del interior del cristal abre una pequeña ventana transparente con el dorso de su puño cerrado. Huir se ha vuelto el único verbo posible. Huir de la resignación, del tedio. Lleva horas en la carretera hipnotizado por las puntadas blancas que le alejan de una realidad que le estrangula.
Sólo piensa en seguir adelante, sin más compañía que el suave ronroneo del coche que avanza, a velocidad estable, por el corredor iluminado.
Se aclara el horizonte y la noche abandona lentamente su provisional lecho. El coche se adentra en la ciudad mientras la primera luz del día empieza a lamer las aceras. El hombre aparca el coche frente al portal de su casa. Antes de abrir la puerta, exhala un suspiro de cansancio. Resulta agotador pasar todas las noches huyendo del hombre que es durante el día.

12 comentarios:

Sinuosa dijo...

¿Qué?, ¿otra noche de paseo?
;)

BB dijo...

Tantos y tantos que huyen de sí
mismos, de cualquier forma, lo
importante y lo difícil es hacerlo...
Delicioso leerte, Araceli.
BB

Miguel Baquero dijo...

El texto es precioso (la verdad es qe no lo había leído), pero no entiendo este bucle temporal. El día de la marmota

BB dijo...

Tú lo has dicho, Miguel: el día
de la marmota.
BB

Feliciti dijo...

Agonicamente bello Araceli, lo has bordado!

ca dijo...

me gustó sentir la pulsión de los sueños.

Pedro Herrero dijo...

El personaje de tu historia huye de noche de aquello que acaba encontrando al amanecer. Algo así como la piedra de Sísifo, creo yo. Pese a ello, tiene la fortuna de disponer de un coche y una carretera solitaria. Da miedo pensar que muchos emprenden esa misma huída sin moverse de su lugar de trabajo, o de su lugar de ocio. He leído varias veces tu relato, Araceli. Algo tendrán esas carreras nocturnas, con o sin destino previsto, que las hace tan atractivas. Un abrazo.

Araceli Esteves dijo...

Disculpad el extraniyo bucle virtual que acabo de solucionar, creo.
Como veis, escribo desde un pais sin enyes y sin acentos. Por pocos dias.

Raúl dijo...

Bueno de verdad, Araceli. Qué más te voy a decir.

Jaht dijo...

Todo acabará el día que se encuentre de frente con el hombre del que huye o lo atropelle en la carretera.

Miguel Baquero dijo...

Gracias por solucionarlo. Te lo juro que hoy he vueto a pasar por aquí un poco asustado ;-)

Terapia de piso dijo...

Siempre digo que huir es de valientes. Sólo puedes escapar cuando tienes el coraje para hacerlo.

Un abrazo.

José Roberto Coppola