sábado, 20 de septiembre de 2008

EL INFIERNO

El olor es lo primero que me golpea en la cara cuando me abren la puerta. Olor a producto desinfectante bajo el que se intuye lejano, el olor a excremento humano. La encuentro sentada en el sillón, con la cara ladeada, los ojos cerrados y el labio inferior hinchado por las horas que lleva como momificada en la misma postura. Un hilillo de baba seco ha dejado un surco blanquecino en la comisura del labio deforme.Ya ni la visten, lleva una de esas batas blancas de hospital abierta por detrás para que el cambio de pañales sea más cómodo.
Cuerpos de Levy es el nombre de la espeluznante enfermedad degenerativa que sufre mi madre y que le provoca alucinaciones, invalidez y deterioro cognitivo. Cuerpos de Levy es un exprimidor de cerebros que exprime el cerebro de mi madre como si se tratara de una media naranja jugosa. En el zumo que obtiene de él se va llevando su autonomía y su percepción del mundo, su memoria y su cordura.
Apenas oye ni ve, pero a su vista y su oído no les ocurre nada.En la biblioteca de su cerebro están todos los libros, los mismos que tuvo siempre.Pero ahora no llega a ellos. Ahora es una biblioteca oscura y delirante.La enciclopedia tiene las entradas cambiadas y en el tomo de la A salen las palabras pedicura o zancadilla. A veces un golpe de viento abre el libro maldito, el de ilustraciones terroríficas que la arrastan al pozo del terror universal. Nosotros desde la boca del pozo la llamamos y estiramos los brazos en un esfuerzo inútil. Como inútil es que alguien viva en ese torbellino de espanto hasta que el cuerpo aguante. Es abominable que se niegue a un ser humano el trato que le daríamos a un perro, al que un veterinario compasivo hace tiempo hubiera ayudado a morir.
Si nos espera un ejército de ginecólogos, comadronas y pediatras al llegar, alguien debería ocuparse de facilitarnos el tramo final del trayecto. Aunque sea con la ayuda de unos forceps.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida;
anda que.
vaya entrada , para ser un lunes, y me voy a trabajar.
Si el dolor se puede convertir en belleza, te felicito, por lo bien expresado y esa poética del infierno.
En lo otro, te mando ánimo y solidaridad, debería ser legal hace tiempo permitir abrirnos las alas cuando ya no se puede volar con dignidad por este mundo,
pero ya sabes , hasta para eso estamos sometidos.
Un beso grande .

Bárbara dijo...

Hay noticias que hacen mucho daño (el hospital madrileño puesto en duda porque aplicaba cuidados paliativos) y gente fanática que no sabe de qué habla, que no lo ha vivido en sus propias carnes.
Ánimo Araceli.
Un abrazo

Araceli Esteves dijo...

Gracias a ambas. A veces la realidad es tan cruda que no hay sitio para la literatura.

Miguel Baquero dijo...

Vaya, sólo puedo decirte que lo siento

Anónimo dijo...

"Olor a producto desinfectante bajo el que se intuye lejano, el olor a excremento humano".

NO.

O esto:

Olor a producto desinfectante bajo el que se intuye, lejano, el olor a excremento humano.

O esto:

Olor a producto desinfectante bajo el que se intuye lejano el olor a excremento humano.

En el segundo caso se usa lejano por lejanamente, claro.

Anónimo dijo...

Eso sin contar con que lejano y humano chirrían. Lo sabes, ¿verdad? Mejor el adverbio lejanamente.
Saludos cordiales.

Gemma dijo...

Es terrible tu texto, Araceli. Yo tuve a mi abuela ingresada en el hospital con una lenta agonía y se pasa muy mal. Pero una cosa tenía clara (pues ella sí era consciente de su estado): la compañía que le dábamos le hacía mucho bien, según me lo hizo saber varias veces. Y era eso justamente lo que me animaba a seguir visitándola. Al final, cuando ya no podía hablar, bastaba cogerle la mano. Un abrazo