Gabriel fue perdiendo la memoria. Sólo conseguía
recordar las cosas, desde las más triviales a las que demandaban recorridos
profundos hasta el fondo oscuro de su memoria, en la esquina entre la calle
Hostal Santanyí y el Paseo de Vizcaya. Más de una noche, a las horas
más imposibles, había tenido que cruzar la ciudad para
recuperar una fecha perdida o recordar el nombre de una antigua novia. Incluso había pensado en
buscar un piso por la zona, pero los altos precios del casco antiguo lo
obligaron a desestimar la que sin duda hubiera sido la mejor opción.
Ahora anda perdido. Desde que se inició la
reforma del centro histórico y demolieron varias manzanas de casas, Gabriel
camina sin rumbo, desorientado, cada vez más alejado de sí mismo. Busca inútilmente
el único lugar en el que su memoria tenía cobertura.
7 comentarios:
Has tardado pero vuelves con un relato genial. A mi me ha hecho sentir, descubrir emociones. Un abrazo
Hola, Araceli. Sospecho que es así en los ancianos, en ese momento de la vida en el que sienten que ya nada va con ellos. Mientras encuentran un punto de apoyo tratan de reordenarlo todo, pero llega un momento en el que deciden vegetar durante la espera.
Este es un micro que me araña el corazón, Araceli, porque me toca muy de cerca; tanto en el presente como en mis miedos del futuro.
Como siempre, lo trazas con exqusitez, elidiendo lo obvio y dibujándonos situación y personaje con sugerencias acertadas.
Mis aplausos.
Un abrazo,
Decía James Barrie que las memorias se nos dieron para tener rosas en el invierno. ¡Qué triste ha de ser no tener flores para la última etapa de la vida!
No es explícito que tu personaje sea tan viejo, pero igual, las memorias nos hacen falta desde que ya no somos niños.
Qué tema más apasionante: memoria e indentidad. Un abrazo
Muy buen relato, para problematizar el espacio como constructor de memorias, tanto individuales como colectivas. Si tenés interés en estos temas te recomiendo leer Perramus, una historieta de Juan Sasturain y Alberto Breccia, primer obra cumbre sobre el proceso militar en Argentina. El protagonista, tras traicionar a sus compañeros elige olvidar, y el deseo se le concede. Despierta sin memoria, sin nombre ni pasado, pero con una certeza: que ningún olvido es inocente.
Espero te sea de ayuda. Te dejo también el link de una entrevista que hice a su autor.
http://www.youtube.com/watch?v=mEC6BCfA60Y&feature=youtu.be
Saludos.
Gustavo N.
No necesariamante Gabriel es un anciano. Prefiero ver el relato de una forma más poética, sin referencia obligada a que la pérdida de la memoria tenga que ver con la edad. Más bien me hizo sentir esa sensación de paradoja que te hecen sentir los buenos escritos, en los que la suspensión de incredulidad se da en unas pocas líneas. Superponer memoria y cobertura, me parece una figura que superpone ultramodernidad( tecnica) y poesia. Me gustó mucho.
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