martes, 24 de julio de 2012

VERANOS DE COLORES

El verano del 67 fue distinto a todos los anteriores. Esta vez sí que sí, me dije una noche de julio en la que se hizo carne lo gestado en el más exigente de mis sueños. Era un hombre bello, inteligente y sensible, excepcional en caricias, hecho de mi misma sustancia. En sus besos recuperaba la totalidad de mi boca, huérfana hasta ese momento de su otra mitad. Abrazarle se convirtió en la única ceremonia de la que dependía mi salvación diaria. Llamé a mis amantes y les informé de mi cambio de estado civil: de soltera a enamorada. Y enamorada lo era todo, no había grieta por la que pudiera colarse el deseo por otro cuerpo y la oreja se limitaba, tozuda como una alergia, a filtrar un único timbre de voz, sorda a lo que no fueran los susurros de mi amado . El color rosa lo invadió todo; rosa chicle la sonrisa de la cajera del banco, rosa palo la botella de butano, rosa ahumado la merluza, y en delirio sinestésico, sonaba rosa el timbre del despertador. No recuerdo el día en el que las rosas blancas de mi jardín dejaron de ser de color rosa pero ocurrió antes de que el otoño se llevara las legañas del calor. Las caricias se volvieron blandas y pegajosas y los abrazos empezaron a desencajar y a crujir como papel arrugado. En el verano del 68 me dio por la marihuana; fumada, en pasteles, en galletitas, disuelta en yogur. El color de ese verano fue el verde, verde en todas sus variantes, verde de principio a fin.

Dedicado a Flavia, mi sister del alma. A la espera de brindar con ellas con una fresquísima cerveza rosa.

9 comentarios:

Laura dijo...

Me encanta el color rosa con el que has perfumado todo tu texto, y la forma de contar una pasión juvenil, enamorada del hombre de su vida. Me gusta más el verano del 67, que el del 68, aunque he de reconocer que soy más del 69. (No, no pienses mal, ése fue el año del color de la luna) ;)

Un beso y un abrazo.

Enrique dijo...

Una crónica bella y también desoladora, advertencia cruel pero sin ponzoña. Conocimiento de la vida cuando se lleva tatuado bajo la epidermis. Inocente y sosegado canto al que no le falta humor. Un relato que se escucha, que suena y nos deja ecos. La dedicatoria escurre la miel y la sangre de un corazón que ama.

Flavia Company dijo...

Sister del alma, gracias mil por tu dedicatoria. Buen micro; muy sensual. Besos veraniegos!

Pedro Sánchez Negreira dijo...

¡Sublime, Araceli!

Es formidable cómo combinas la economía del lenguaje con la connotación suficiente para destilar la esencia del relato. Es todo un alarde de cómo coronar la cima de la expresión narrativa.

Me gusta el fondo por lo mismo que expresa Enrique en su comentario y que -por eso mismo- no repetiré.

Este es un micro que hace visuales los sentimientos.

Lo dicho, formidable.

Un abrazo,

Celsa Muñiz dijo...

Ah, cuanto tiempo sin leerte (ya ni leo ni escribo ni na). Que hermoso relato, belleza y economía de palabras se funden para dejarnos una historia nada "rosa".
Un gustazo volver disfrutar tus letras. Tengo que leerte más a menudo, no puedo seguir castigándome así.
Un abrazo.

Lola Sanabria dijo...

Un fresco veraniego donde el color flamea como bandera de ánimo.

Me uno a lo de la cervecita fría.

Abrazos multicolor.

Rosa dijo...

Sentimientos en colores, muy visual y fresco.

Besos desde el aire

Juan Yanes dijo...

Hay sofocos refrescantes y sofocos sofocantes. Éste es de los primeros. Una preciosidad. Da gusto leer lo que escribes.

NáN dijo...

Tus amantes se pondrían blancos de desconsuelo.