El niño corre hacia el colegio con la mochila cargada de libros, los gruesos mamotretos friccionan y saltan sobre sus vértebras lumbares. Las letras de los libros se desordenan con el traqueteo y forman palabras extrañas como mrampatillla o gjhikuyu. Se monta todo un galimatías secreto. Cuando la mochila queda apoyada en el suelo junto al pupitre, justo antes de que el profesor diga aquello de: abran los libros por la página...las palabras, silenciosas y obedientes, vuelven a ordenarse en: nomenclatura, evolución, mitocondria o hexágono. Pero todo rigor es aparente, cuando el sonido del timbre se solapa con el estruendo seco del cierre de los libros, vuelve a armarse el guirigay.
14 comentarios:
Me ha gustado imaginarme ese guirigay de letras...
Besos desde el aire
Todo lo que se relaciona con las letras me gusta y me encanta imaginar esas letras rebeldes que cuando no están en clase hacen de su tiempo lo que quieren.
Besos.
Araceli, es una buena explicación a la pregunta que me hacia de pequeño, de que les sucedía a los libros cuando nadie los veía. Menuda vida, eh.
Me ha gustado y me parece muy original.
Un abrazo.
Me parece genial esta historia. Si son libros para niños, me parece oportunamente genial que se comporten de ese modo, es como que... fuesen a entenderse mejor si son un poco traviesos en cuanto pueden.
Un beso, Luisa.
¡Qué bueno Araceli! No me acuerdo quién dijo que los objetos o las cosas que no vemos no existen hasta que los vemos, y luego dejan de existir de nuevo. Lo mismo pasa con las palabras de tu cuento. Me ha gustado mucho este juego secreto de las palabras.
Rubianes interpretaba un monólogo que bebía de las misma fuentes. Contaba como las tapas de un bar cobraban vida cuando el dueño del local echaba el cierre. Era divertido.
Que me ha encantado, mucho. :-)
Encantadora explicación sobre el porqué de las palabras en nuestra mente, sobre el porqué de las distintas historias según el lector, sobre travesuras literarias o infantiles... quizá se trate del origen de la dislexia ;-)
Me gustó mucho, mucho. Un beso
Probablemente sea así. Las palabras de la izquierda se engarzan con las de la derecha, los números al pie de página descansan, las fotografías echan el cierre. Eso es lo que me has provocado, luego el objeto del relato, hacer pensar al lector, creo que funcionó.
Todo el micro es perfecto, pero la última palabra le da un plus genial. Certera, precisa, matemática.
Abrazos.
Este es un micro de los que te deja imaginando, con una sonrisa pegada a la cara.
¡Fantástico, Araceli!
Pienso que eso ocurre en la mente de un escritor. Solo que las palabras, ordenadas cada vez de una manera distinta, dan como resultado libros nuevos. El guirigay previo es el quid de la cuestión.
Me ha gustado muchísimo este relato lírico de palabras que se desordenan en su tiempo libre. Para botón, una muestra. "...cuando el sonido del timbre se solapa con el estruendo seco del cierre de los libros, vuelve a armarse el guirigay".
Besos desordenados.
De hecho, esa es en el fondo la verdadera ordenación de la vida: un absoluto desorden. Menos mal que siempre nos quedarán las letras, la justicia poética (y algún que otro galimatías desmadrado).
Una pieza de antología.
Besos
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