martes, 24 de noviembre de 2009

PARANOIA


Las normas de seguridad de los aeropuertos son un síntoma.La enfermedad es la paranoia. Vivimos en una sociedad enferma, agonizante, según se mire. Salir de Londres por avión es constatar que la paranoia puede ser ley. Parece ciencia ficción. Y de la mala.
El equipaje de mano es rastreado milímetro a milímetro con meticulosidad de relojero miope.Todo contenido, no ya líquido sino simplemente cremoso es apartado a un lado. Nos hacen retroceder con los pequeños botes en la mano para meterlos en una bolsa de plástico transparente y volver a hacer cola para pasar de nuevo por el control. Además en Gatwick, los estados de la materia mutan; un desodorante en barra se convierte en líquido.¿Meter esos productos en una bolsa de plástico transparente los hace menos peligrosos? Es delirante. Después, con guantes de ginecólogo, extraen una pequeña muestra del tubo de pomada “Voltaren” para analizarlo. In situ. Como me pitaba el alfiler del moño, me han sometido a un cacheo que pasaba de largo la frontera del acoso sexual. Y dos veces. Las dos que he tenido que pasar por el control.
Ultimamente me cuesta mucho callarme y les he dicho lo que pensaba. Por un momento he creído que acabaría en comisaría.
Las normas son las normas, la ley es la ley, me dicen. La que se saltaron a la torera para invadir Irak. No me callo. Ya no.
Después de que los miembros controladores comieran y regurgitaran nuestros cuerpos y equipajes, hemos podido acceder al avión.
A veces me entran muchas ganas de ser terrorista. Si lo fuera, cogería el tren o el barco. Allí no te miran nada.

12 comentarios:

Celsa Muñiz dijo...

Pues sí. Hay cosas incomprensibles, porque en el último viaje que hice el año pasado a Italia cogí cuatro aviones y ningún controlador prestó atención a las tijeras y la lima que llevaba en mi bolsa de mano. Eso sí, no me dejaron pasar los 100 ml. de agua que quedaban en el botellín que iba bebiendo ni me mandaron quitar las botas (pero a mi hija sí).
Pero bueno, ya se sabe que los italianos son así de aquella manera, jajaja.

Raúl dijo...

Guerra preventiva. Así le llamaban los mastuerzos aquellos.

Manu Espada dijo...

Lo de Londres no tiene nombre. Recientemente he estado dos veces en el aeropuerto y sólo les queda desnudarte e introducirte el anular por el recto. Mira si son ridículos que hasta registran minuciosamente a los pilotos, que lo único que tendría que hacer para estrellar el avión es bajar una palanca.

Isabel dijo...

Además de que pueden vernos en "pelota picá".
Creo que me voy a cortar el pelo hoy mismo.
Cuando no salgo de España voy en tren, es una gozada.

Dol dijo...

Yo te aplaudo por la insurrección repentina.
Al menos escucharon algo verdadero , al menos tuvieron la sensación de que la gente piensa .
Un beso , desde otro blog , espero más espabilao .

BB dijo...

Eso del placer de viajar, quedó
atrás. Es una rara sensación lo
de sentirse como terrorista, aunque
por momentos quisieras serlo.
Podríamos poner una demanda por
acoso sexual y la ganaríamos.
Es saludable protestar, aunque
nos ignoren...
Un beso
BB

Joana dijo...

Somos una sociedad de individuos aturdidos por el consumismo y el entretenimiento basura, y que procuramos pensar lo menos posible. Para tenernos controladitos, nuestros gobernantes se inventan una amenaza, y por seguridad contra ella se justifica cualquier humillación (como la de los aeropuertos, que no es la única ni la más grave). Bombardeados constantemente por los telediarios y la publicidad (¿alguien los distingue?) se garantiza el aturdimiento, se evita que pensemos, y se cierra el círculo.

Estoy contigo en que estamos enfermos pero, a mi entender, la paranoia no es la enfermedad sino la excusa. La enfermedad, probablemente, es pensar que una sociedad de borregos narcotizados es mejor que una sociedad libre y responsable.

Borrega dixit!

Jaht dijo...

Yo creo que lo soy, lo de terrorista, viendo a ciertos individuos que se pasan el día con ese término pegado al labio como una colilla. Y me digo: "si él es el demócrata, yo debo ser el otro".

ca dijo...

uf, entra fuerte tu relato de hechos reales... que seguramente cualquier habitante ajeno al planeta Tierra (o cualquier colombiano medio al que no le dejan agarrar un avión hacia ningún sitio -salvo pidiendo asilo político-) podría perfectamente considerarlo literatura. Reconozco que a mi también se me ha pasado alguna vez por la cabeza lo mismo. Es penoso. (Por cierto, ¿sabes que con esto que has escrito ya estás en la lista de la CIA?). Qué bonito es el mundo.

Araceli Esteves dijo...

GRACIAS A TODOS POR VUESTRAS CONTRIBUCIONES. EL MUNDO ES CADA VEZ MÁS DELIRANTE.

Miguel Baquero dijo...

Yo comprendo que uno tenga que someterse a un control antes de entrar en un avión, es lógico y comprendo incluso que después de un atentando se extremen las medidas y estoy dispuesto, vale, a quitarme el cinturón e incluso descalzarme sin discutir. Pero es verdad que la cosa puede tomar carácteres exagerados, grotescos y delirantes... además inútiles, porque si uno realmente quiere puede meter un arma en un avión, una bomba en un estadio de fútbol o incluso un misil en un barco. Se lo podemos poner difícil, vale, pero no a costa de ser denigrados ni zarandeados por sistema

NáN dijo...

La última vez que estuve en Londres me tocaron los huevos y no me gustó. (no hay metáfora). A cambio, me huviera gustado joderles. (no hay metáfora). Creo que Jath tiene razón. (sigue sin salirme ninguna metáfora).