domingo, 25 de diciembre de 2011

YO TAMBIÉN ME AUTOEPITAFIO

Como hija intermedia, he sido huidizo contenido de sándwich. Parí a los dos hijos que me eligieron ( fueron ellos) como su primer lecho. He dormido y me he rascado bastante. Durante años disfruté del desorden, hasta que descubrí lo relajante que me resulta el caos domesticado . El mundo me ha parecido mucho más bello reflejado en la cambiante superficie de los charcos, sobre los que me he contorsionado buscando la mejor luz, la inevitable fisura. He sufrido y gozado de segundos que resultaron eternos y caminado por innumerables caminos equivocados, sin cuyo tránsito no hubiera rozado el paraíso. Aprendí que el tiempo es sólo un estado de ánimo.Del cuerpo de mi madre hasta este presente ceniza, tal vez he sido sólo una gota que se precipita.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

LAS HORAS SIN ÉL

Hoy desenterraré a Eduardo. Cavaré en el jardín hasta que mis uñas ennegrezcan y sangren mis dedos. Quiero ver sus restos, si los gusanos se han comido la carne que tanto amé. Me quema el deseo de ver sus huesos inertes, su sexo ausente, pulverizado.
Necesito comprobar que ya no huele a cobijo desleal, que no hay peligro escondido en las cuencas vacías que contuvieron sus ojos. Nada quedará de su mirada sicalíptica, de aquella poesía de amor corrosivo.
No imagino mejor tarea para hoy, que he amanecido extraviada, llena de la ausencia de mi verdugo, con un dolor plúmbeo que aumenta el peso del aire. Algo habrá, me digo, que me libere de esta oquedad infértil.
Y mientras araño la tierra, miro temerosa hacia la puerta entreabierta de la cocina. Confío en oír el timbre del teléfono desde el jardín. Si suena. Si hoy llama.

viernes, 2 de diciembre de 2011

LA ÚLTIMA LUNA

Estoy tumbado boca arriba. Nubes como algodones ahumados pasan veloces sobre ( o tal vez sea bajo) la luna llena. Les siguen otras más limpias, vaporosas y sin tizne, que se adaptan, se acoplan unos instantes al potente círculo de luz que da sentido a sus formas. Ahora la luna parece el ombligo de un niño, después el diamante del collar de una cantante de ópera gorda, el ojo abierto de una ballena, el pezón de una matrona, el dedo encendido de ET que señala uno de mis ojos. Lo hace mientras alguien lo rodea con sus dedos y estira para que quede abierto. Es la misma mano la que en este momento me baja las persianas de ambos ojos. La luz redonda del astro se proyecta, saltarina, contra la pantalla roja de mis párpados. Después se apaga. Todo.

viernes, 18 de noviembre de 2011

PROBLEMAS ESCOLARES


Hoy he hablado con el profesor de “Tolerancia a la frustración” de mi hijo, parece que la mejora es notoria y progresa adecuadamente, me ha dicho. No pudo decir lo mismo la srta. Marta, la siempre tan amable profesora de “Formas de amar”, que me advirtió que si no conseguía aprobar el tercer tema: “Cuando digo no, quiero decir no”, sería difícil que la asignatura no le quedara para septiembre. En “Dietética”, sobresaliente, ya estrangula arcadas cuando pasamos por delante de un Mac Donald.
En “ Desarrollo de la actitud revolucionaria” mi Luismi saca notables, ya nos cuestiona la autoridad, y con mucho fundamento, a su padre y a mí. En “Escucha emocional” aprueba justito, pero aprueba. Las notas de “ El dinero y otras drogas” han mejorado de forma sustancial desde que le apunté a las clases extraescolares de “Bolsillos vacíos”. Pero en lo que dudo que apruebe es en “Técnicas de recuperación sensorial”. No consigo que recobre el tacto en los dedos, que consiga reconocer texturas, que acaricie al gato después de tantos años de golpear con frenética pericia teclas y pantallas. Y es que la era post-capitalista, el mundo post-estúpido, tampoco les está resultando tan fácil a los niños. Pobres.
( en la foto el director del colegio)

miércoles, 9 de noviembre de 2011

LAS MUÑECAS DE MARTITA

Le gusta mucho peinarlas, les pone colonia y las cuida con mimo. Su madre les hace vestiditos de vivos colores y ella las coloca sentadas como si tomaran el té. A veces les sirve sopita que prepara con agua, tierra y pétalos de margarita. Cada una tiene su nombre, con el que a menudo las regaña. Sofía, no sorbas la sopa. Merceditas, siéntate bien. Rocío, deja de poner esa cara. Y ahora que ya no se aburre ni está nunca sola, las horas se le pasan volando. Cuánto trabajo me da esta chiquilla, piensa su mamá, pero da gusto verla cómo se divierte, lo que le gusta jugar con sus muertitas.

martes, 1 de noviembre de 2011

AL RICO VIRUS

No fue hasta que los científicos descartaron cualquier otra hipótesis que alguien empezó a relacionar el mal con el poder adquisitivo de los enfermos. No hubo un solo contagio entre personas con un patrimonio inferior a los cien mil euros. Ni uno sólo. Era un virus que atacaba, con insobornable virulencia y exclusividad, a los ricos. Afectaba principalmente al hígado y a los riñones, los órganos más cercanos al bolsillo, y de ahí se extendía al páncreas, al bazo y a los pulmones. En la mayoría de los casos hasta la muerte.
Empezaron las donaciones indiscriminadas, los regateos a la baja en los sueldos de los grandes directivos, la devolución de las jubilaciones millonarias. Los futbolistas exigían ser mileuristas, los actores de Hollywood cerraban contratos con nóminas irrisorias. En las gasolineras se pagaba la voluntad.
La vida empezó a mejorar para todos. La balanza se equilibró. Desaparecieron las diferencias y con ellas el malestar social.
Sólo quedó un grupo de millonarios dolientes, enfermos crónicos, que incapaces de desprenderse del dinero que destrozaba su salud, se arrastraban con denuedo hasta sus limusinas blancas. Vivían enchufados a botellas de suero, conectados a máquinas de diálisis, convertidos en desechos humanos, garabatos agarrados a su pobre y triste dinero. Podridos.

miércoles, 26 de octubre de 2011

EL FIN DEL MUNDO

Nadie lo predijo para ese día, pero el fin del mundo llegó. En modo alguno representó un acontecimiento funesto de especial relevancia en el universo. No fue por el impacto de un meteorito o por venganza de la naturaleza en forma de cataclismo. Ni siquiera fue el resultado de una tercera guerra mundial. El mundo se acabó porque sí, su bullicio tonto colapsó. La oscuridad serena y muda quedó disponible.

martes, 18 de octubre de 2011

TERRITORIO DE FICCIÓN

Todos los relatos que J. escribía empezaron a formar parte de sus vivencias, quedaban almacenados en el mismo lugar que los hechos acontecidos, engrosaban y a veces suplantaban la memoria real. Al principio fue sólo eso, pero después empezó a añadir detalles, falsos recuerdos nuevos se sumaban a lo narrado en sus historias. Si el relato transcurría en un barrio de París, él recordaba paseos por calles que sus narraciones no mencionaban, encuentros con personas que pertenecían al grupo de amistades del protagonista, totalmente desconocidas para el lector. Así fue como fue creando una vida paralela en sus escritos, entre los que se encontraba mucho más cómodo que en la previsible no-ficción.
Un día dejó de aparecer por los lugares en los que solíamos encontrarnos todos, de responder a las llamadas de teléfono y a los mensajes de sus amigos. Y siendo las caminatas por el barrio sus más atrevidos desplazamientos, enseguida descartamos un viaje imprevisto. Simplemente se había volatilizado.
No supe de él hasta años más tarde. La vida le había ido bien, si es que dedicarse al arte y ganar mucho dinero supone alcanzar lo que algunos llaman felicidad. Pero ese éxito no se reflejaba en sus pensamientos, a menudo teñidos de una nostalgia amarga por aquella antigua bohemia de París, por los amores pasados, por una época en la que pactar con el sistema no se planteaba siquiera como posibilidad.
Pero debo reconocer, más allá de cualquier otra consideración , que tampoco me sorprendió demasiado el hecho de encontrarlo de protagonista en un libro de Houellebecq.

domingo, 9 de octubre de 2011

EL REENCUENTRO


Rodrigo dio señales de vida 27 años después de aquella mañana de enero en la que se despidió de mí como hacía cada día antes de ir a su despacho. Lo esperé aquella tarde y también la siguiente. La tercera noche empezó a dibujarse en mí, cada vez más definida, la fuerte presencia de su ausencia.
Una escueta carta me avisaba de su llegada a Barcelona sin mucho tiempo para indagar en las telarañas de aquel antiguo abandono, sin poder asomarme al profundo agujero encapsulado entre capas y capas de materia sensible.
En el autobús que me llevaba al centro y a su encuentro, el enfado hacia él trasmutaba en autocompasión y orillaba el desprecio, saltaba de pronto a la conmiseración y de ahí a la infinita tristeza.
No le reconocí de tan viejo que estaba, pero él me sonrío enseguida. Se levantó de la mesa del bar para saludarme y observé que cojeaba. Al ver su cara tan cerca, me sorprendí pensando aliviada, que la mía había cambiado menos que la suya.
Y hablamos. Sin atropellos. Y nos escuchamos. Y como si cabalgáramos jaleados por una suave corriente ajena a nosotros, fuimos poniendo piedra sobre piedra hasta edificar sobre el vacío. No hicieron falta explicaciones concretas sobre su desaparición y su silencio. Pero le hablé de todo lo que sentía que me había robado y cuánto de él había buscado incansablemente en otros hombres. Y todo lo que emergía entre nosotros con fuerza sanadora eran variantes de sentimientos que orbitaban alrededor del eje del perdón.
Pasaron las horas y sellamos incontables grietas, muchas de ellas descubiertas en el instante previo a su sellado. Pero en todo el tiempo que estuvimos juntos fui incapaz, y así me lo señaló él con suave resignación, de conseguir volver a llamarle papá.

Dedicado a mi buena amiga Ila, ella ya sabe porqué

domingo, 2 de octubre de 2011

LA MUJER DE MI SUEÑO

Por favor, coja número y espere. Me siento en la única silla desocupada. Enrollo y desenrollo el número 93 haciendo un canutillo cada vez más apretado, la pantalla electrónica salta al número 27. Cambian las unidades y las decenas, algunos números quedan atascados largos minutos, pero no tengo prisa. Llega mi turno. Después de grabar los datos y pagar mi dispositivo UST, vuelvo a casa. Tomo una cena frugal, inserto el UST en mi RB2 y me dispongo a disfrutar del sueño recién comprado. Pocos segundos después de apoyar la cabeza en la almohada, me quedo intensamente dormido. Las imágenes llegan puntuales como prometía la publicidad del producto. Todo es tal como lo imaginé, como conseguí describirlo. Y ya por fin la tengo delante. A ella, mi amada, distante y hermosa, moviendo sus labios asalmonados que imagino rellenos de pulpa de fresa, suave y jugosa. Me habla a mí, me mira con estudiada coquetería. Mi corazón aletea ingrávido. Por favor, coja número y espere, dice la mujer de mi sueño.

sábado, 24 de septiembre de 2011

HIPOCONDRÍA


Un calambre me avisó de la inevitable presencia de un principio de úlcera. La urticaria empezaba a extenderse incontenible por brazos y piernas, al tiempo que una severa broncoconstricción disminuía el flujo de entrada de aire a mis pulmones hasta provocarme un ataque de asma. Zumbaban mis oídos como si un enjambre de abejas hubiera anidado en ellos. La nausea también llegó puntual precediendo a las arcadas. Me arrastré hasta el baño. Vomité la aspirina que acababa de tomar y al instante me sentí libre de todos aquellos terribles efectos adversos con los que el prospecto amenazaba. Me sentí feliz y aliviada de recuperar mi seguro y tranquilizador dolor de cabeza.

lunes, 12 de septiembre de 2011

EN EQUILIBRIO

Se peinaba con la raya en medio. Dormía la mitad exacta de la noche de un lado y la otra mitad del contrario. Un reloj abrazaba cada muñeca. Cuando estaba sentado, calculaba los minutos de cada postura para buscar la simetría en el roce, en la tensión, en el descanso. Si se encontraba con varias personas a la vez, simultaneaba ambas manos para saludar. Su obsesión por el equilibrio era tal que cuando tras una caída se rompió la muñeca y le enyesaron el brazo izquierdo, el mismo día se autolesionó el derecho. No podía imaginar peor condición que la del desequilibrio. Por eso aprendió a escribir y a masturbarse con la izquierda y a cortar la carne con ambas manos. Vivió la simétrica cifra de sesenta y seis años. A esa edad murió en un sanatorio mental para desequilibrados.

domingo, 4 de septiembre de 2011

NUESTRA CASA


Es una casa sin ventanas, sin sillas, sin mesas. Ni un fregadero que recoja el agua de un grifo inexistente. No hay camas que convoquen al descanso, ni paredes que detengan vientos inoportunos. Tampoco existe un tejado que detenga la lluvia. No hay aire, ni cajones, ni espejos. Solo persiste mi empeño en seguir llamándole casa.

lunes, 29 de agosto de 2011

LOS PÁJAROS

Los pájaros subrayan todas las pérdidas que, inesperadas o tiernas, a veces en goteo y otras en cascada, caen desde siempre sobre mí.
Así fue con el gorrión que vi posarse ingrávido sobre el hombro del abuelo el día que murió sentado en su balancín. O la golondrina muerta que la gata depositó sobre la alfombra justo en el instante en el que un motorista atropellaba a papá a cien metros de casa.
Sigue vivo en mí el recuerdo del paritorio, y de aquel cartel publicitario desde el que una lechuza anunciaba la apertura de un centro de urgencias nocturno. Así me despedí, mirando los ojos de la lechuza y a empujones imposibles, de mis nueve meses de embarazo.
Por eso anoche no me extrañó el anuncio: tras la fiebre de los abrazos, después de decantarte en mí, me llegó la certeza de tu adiós casi como un alarido tangible. Al levantarme para ir al baño, observé en la mancha que había resbalado de mí sobre la sábana, la forma precisa y nítida de un cuervo.

domingo, 21 de agosto de 2011

SUSPENDIDO POR LOS PELOS

Un pelo endemoniado crecía desafiante en mi barbilla. Advertí que había alcanzado los dos milímetros mientras intentaba convencer a un jurado de que era apta para la única plaza de catedrática de Historia Contemporánea convocada para ese año. Durante varios meses preparé a conciencia mi disertación sobre los peligros de la introducción de la escritura en pueblos indígenas de cultura ágrafa. Al tocar la punta del pelo tieso supe que ya no había nada que hacer. El resto de la exposición fue subrayado por las muecas de mi cara al acompañar los vanos esfuerzos por arrancar el pelo haciendo pinza entre las uñas de los dedos corazón y el pulgar. Era un pelo grueso y escurridizo, de raíz profunda, plantado con la mayor descortesía en medio de mi barbilla. Y desde su aparente insignificancia pedía mi total atención. La obtuvo. Corté en seco mi ineficaz discurso y tras varios intentos conseguí mi propósito. Con el pelo por fin atrapado entre las uñas sonreí al público. Me detuve a observar con detenimiento su gruesa raíz, con enorme, orgánico placer. Lo sacudí con una pequeña fricción de los dedos, recogí los papeles que había apilado sobre la mesa y, con paso firme y decidido, bajé los dos escalones del estrado.

miércoles, 3 de agosto de 2011

LA OTRA

La luz de la tarde se empeñaba en emborronar los contornos de las cosas como si se propusiera adecuarlos a la exigencia del escenario impreciso de los sueños. Adela dormitaba sobre el sofá mientras su madre se ocupaba de cepillarle el pelo. Había algo mecánico, muy placentero para ambas, en aquel acto realizado con incontestable rigor. Se oyó la cerradura de la puerta. Álvaro entró cargado de bolsas y ni siquiera las besó, se limitó a un ¿cómo están mis reinas? Era raro en él, tan atento siempre con las que él llamaba “sus mujercitas” El silencio llegaba cargado de información. Sonó el teléfono y Álvaro acudió de inmediato a contestar, para después encerrarse a hablar desde su dormitorio. El suave, acaramelado tono de voz les llegaba como el murmullo de un presagio, un leve pellizco de orfandad. Miau, dijo Adela moviendo el rabo. Miau, miau, dijo su mamá.

martes, 26 de julio de 2011

LA DECISIÓN

Camina erguida, sus pasos no pierden la elegancia de un junco pese a llevar varias semanas caminando. Los dos niños, de cabezas enormes y piernas de bambú, la siguen como pollitos enfermos. Caminan sobre una costra de tierra cuarteada. El más pequeño de los niños, Asad, se sienta en el suelo y como si su cabeza pesara demasiado para sostenerla, dobla su espalda hasta que la frente toca el suelo. Visto desde la distancia parece un fruto tropical tostado por el sol. Faadumi lo levanta como si tomara entre sus manos un puñadito de cáscaras de nueces de karité. Con él en brazos siguen caminando unas horas más. Quedan cuatro días de caminata para llegar al campo de refugiados, piensa Faadumi, y como si el pequeño Dalmar leyera su pensamiento y se sintiera incapaz de aguantar tanto, deja de caminar y se pone en cuclillas. Con los dos niños en brazos no podrá avanzar. Faadumi levanta la vista al cielo y llora sin lágrimas por la decisión que habrá de tomar. Se sabe muerta por el puñal de la elección, pero sigue caminando, ahora con uno solo de sus pequeños.


lunes, 18 de julio de 2011

EMOCIONES EN VENTA

Desde que se inventaron los transformadores de emociones en energía limpia, en casa no nos falta nada. Con lo que nos dan por la ira que acumula papá, pagamos la gasolina, con la alegría de la pequeña María, nos basta y sobra para sus pañales. Los disgustos de mamá pagan la luz. La aceptación de la abuela, por ser, dicen, de bajo voltaje, no produce nada. Pero nuestra mayor fuente de ingresos es el miedo, ese que por las noches cae sobre mí como un saco de arena roto, que me paraliza y casi me impide respirar. Con él pagamos el alquiler, la comida de todo el mes y los carísimos estudios de Simón.

jueves, 14 de julio de 2011

JUAN YANES ME ACOGE


Juan Yanes se ha tomado la molestia de pasar por mi blog para llevarse al suyo diez de mis microrrelatos. Se lo agradezco de corazón y aprovecho para animaros a que lo visitéis. En él cuelga excelentes relatos suyos y otros producto de sus incursiones en blogs ajenos

http://jyanes.blogspot.com/

sábado, 9 de julio de 2011

EVOLUCION

La foto es de un charco que encontré en mayo en la plaza Molina de Barcelona
No recuerdo el día en el que empezó a ocurrir, sólo que no me sorprendió en exceso. Lo tomé como algo lógico, una adaptación evolutiva. Desde entonces todo se ha vuelto más fácil. Ahora que sé que el tiempo no me persigue, me permito entregarme a leer y a escribir sin culpa, sin recortar tiempo de tareas que precisan de una dedicación total. Después llegará mi otra yo del trabajo, de llevar a los niños al pediatra y volveremos a ser una sola. Me acostaré sabiendo cuánto pesa ahora mi bebé y si mi jefe ha aceptado las modificaciones del proyecto. Dormiré tranquila y completa. Con la seguridad, y no podría ser de otro modo, de que pronto crearé una nueva división, un ser completo y paralelo que me permita dedicarme en cuerpo y alma al delicado y minucioso cuidado de mi huerto ecológico.

sábado, 2 de julio de 2011

POSESIÓN

Nos divorciamos porque nuestra relación se había convertido en un roído y punzante saco de reproches. Lo aborrecí como a la ola de calor más húmeda y pegajosa. Hasta que supe que estaba con otra. Ahora nos mandamos poemas.

viernes, 24 de junio de 2011

EL CÍRCULO PERFECTO

Le dijeron que era mejor que no la viera, que era joven y que en pocos meses podrían volver a intentarlo. Pero ella, aturdida por la resaca del parto, tomó en sus brazos a la niña muerta. Diminuta y amoratada como un polluelo escupido del nido, conservaba el borrador de una tenue sonrisa. La estrechó como estrecharía a una hermana melliza, casi como si se abrazara a sí misma. Y entregada a aquel abrazo circular y perfecto la mujer exhaló un último suspiro. Rendida a la muerte mansa, la madre aflojó la tensión de su cuerpo al notar que alguien más fuerte, del lado de la vida, la apretaba contra su pecho.

jueves, 9 de junio de 2011

SALIÓ POR LA VENTANA

Aquel amor que vivíamos sin garantía, voluptuoso y clandestino, hecho de besos lentos y caricias envolventes, aquella pasión comprimida en citas breves y prohibidas, se quedó en nada cuando él se divorció de su mujer.

domingo, 29 de mayo de 2011

LAS PLAZAS DE MAYO

Al abrigo del cuerpo junto a cuerpo se dormita, a ratos, en la plaza. El aire sorprende por tibio. La palabra justicia resume las pancartas.Es la casi única, incontestable consigna. ¿Nos oiremos decir yo también estuve en lo que brotó espontáneo, de semillas olvidadas?
Calcetines invisibles se han dado la vuelta y buscan nuevo acomodo para colgar bien vistosos al sol. Palpitantes voces de arena gritan con la esperanza de un paisaje distinto. Lo hacen a pesar de la inmisericorde brutalidad de los gorilas negros, de los celebrantes de anestésicas victorias. No se puede parar el viento, disimular las nuevas dunas que cambian el aspecto del desierto, que insinúan la forma de nuevos caminos. La incertidumbre no diluye el ánimo, lo acompaña.

miércoles, 18 de mayo de 2011

EL FINAL


La tormenta añade un dramatismo líquido a la despedida. Siento sobre mis manos el gélido contacto de las suyas. Nos miramos a los ojos a través del bloque de aire espeso que nos separa. La tristeza tiene un sonido puro, que vibra y se propaga unido al de la lluvia hasta llenarlo todo. No hay lágrimas ni palabras. Está todo dicho y ambos lo sabemos. Por mucho que el narrador se empeñe en alargar el capítulo final colocando entre nosotros un diálogo ya del todo inútil.

miércoles, 4 de mayo de 2011

LA CLASE DE MATEMÁTICAS

La profesora de matemáticas parece un canal por el que inteligencias extraterrestres estuvieran transmitiendo un mensaje encriptado. Ella lo escribe en la pizarra y se nota que lo vive como uno de esos placeres que aumentan con la aceleración. Los tic tic tic de la tiza al golpear la superficie verde y lisa tienen un poder hipnótico que mantiene a toda la clase callada. A mi compañero de pupitre se le nota que goza, de forma desmesurada incluso. Hay un disfrute en la comprensión de ese lenguaje que para mí es indescifrable. Números y signos que todos copian y entienden. Yo también copio, copio abismos. Ahora dejo vagar la mirada por los aburridos objetos de la clase hasta acabar en el libro que tengo abierto sobre la mesa. En hueco que se abre debajo del lomo, en esa entrada oscura veo moverse algo. Con disimulo saco la lupa de la mochila y observo con atención: es un minúsculo hombrecillo, calvo, con el cabello emparrado y gafas de culo de vaso. Lleva un teléfono antiguo en las manos, uno de esos negros, con disco de marcar. Se mueve como si buscara algo, pero sin asomo de nerviosismo. Como si encontrarlo no fuera a resolver nada. Luego se sienta en el libro, sobre una equis y deposita el teléfono a su lado. El cable que sale del teléfono se pierde en la negrura del hueco que se forma debajo del libro abierto. El tic tic de la pizarra va sonando cada vez más lejano, más extraño. Y ya ni siquiera me sorprende estar ahora agarrada del cable de teléfono, tirando de él para adentrarme en la fantástica gruta.

martes, 26 de abril de 2011

LA MANO IZQUIERDA DE ANA


Mi mano izquierda ha empezado a moverse de forma autónoma, a rascar donde no me pica, a despeinarme en plena reunión de vecinos, a soltar el tenedor cuando pretendo cortar un filete. La psicoanalista me dice que la mano izquierda es mi padre. Y que si me domina es porque no he conseguido elaborar bien mi Edipo. El caso es que la vida empieza a ser un infierno, mi mano derecha se ha ido debilitando y ya ni me atrevo a salir a la calle temiendo que la mano díscola me ponga en algún aprieto. Ahora mismo escribo sentada sobre ella, en pugna, cargando sobre mi nalga izquierda el peso y la tensa presión de todo mi cuerpo para que así me permita escribir, pero no sé si conseguiré inmovilizarla durante mucho más tiemp Ana, no luches más, acepta lo que en el fondo sabes que es irremediable. Sólo déjate llevar...

martes, 12 de abril de 2011

ENTRE LAS FLORES


Mi amigo Llorenç me ha mandado uno de sus dibujos para que me inspire un relato. La inspiración, de caracter caprichoso; no siempre llega cuando uno la espera.


Los dos hermanos decidieron que aquella tarde irían a jugar un poco más lejos que de costumbre, más allá del límite de seguridad que les habían trazado sus padres. Atravesaron el campo violeta de las olorosas lavandas, cruzaron una pequeña zona boscosa y subieron hasta el campo de margaritas, que hasta entonces sólo habían visto desde lejos como una mancha de pintura amarilla
El menor habló primero:
- Debe ser un animal.
- Tú sí que eres un animal ¿ No ves las manos y los dedos? Y la forma del cráneo es totalmente humana.
- Vámonos, tengo miedo.
- Espera, vamos a mirarlo bien.
Y miraron y tocaron, palparon la cálida superficie lisa del cráneo. El hermano mayor introdujo sus dedos en las cuencas negras. Después cortó unas margaritas, hizo de la boca un florero.
La tarde de verano fue barriendo las blancas nubes que toda la mañana y por contraste, habían saturado el cielo de un azul desmesurado. El sol vibraba ya sin demasiada fuerza sobre las flores.
Los hermanos no tardaron en aburrirse del hallazgo y buscaron acomodo, se tumbaron a mirar hormigas, a atravesar sus manos en la larga y afanosa fila de miméticos bichos. Les gustaba ver como los insectos subían y bajaban por cada dedo sin que se viera alterado en modo alguno su empeño por llegar al hormiguero.

No había margaritas aquella mañana de invierno que un grupo de excursionistas subieron hasta el mismo campo. Tampoco había fila de hormigas. Sólo una ligera manta de nieve que dejaba calvas terrosas en la ladera. Y parecía que alguien hubiera esparcido polvo de azucar sobre los huesos, acomodados en postura de durmiente, de tres esqueletos.

jueves, 31 de marzo de 2011

LOS AMOS DEL TRAPECIO

                 Trapecistas en el Raval de Barcelona

 En el circo Grusiev todos hablaban del extraordinario aplomo de los gemelos Kee, los amos del trapecio. Noche tras noche, sin red ni arneses que los protegieran de la succión del vacío, se descolgaban ante un público que observaba incrédulo sus deliciosas evoluciones pendulares. Las expresiones de alivio del público cada vezque concluía una pirueta, resquebrajaban el silencio que cuajaba el aire de la carpa. Así, colgado de la barra por los empeines, Anisiev recibía entre las suyas, las manos huesudas de Karl después de que éste hubiera realizado un doble ful, en helice. El magnesio con el que se frotaban dibujaba ligeras nubes de polvo huidizo. Era tan exacto el número que ejecutaban a diario en el trapecio, que se diría que se trataba más bien de una misma proyección holográfica. Acostumbrados a esa compenetración celular nacida en el vientre de su madre, se entregaban el uno al otro en un baile solidario que provenía de un ya lejano pacto embrionario.
Así fue durante años. Hasta el instante en el que la madre,  a miles de kilómetros de distancia de sus hijos, sintió un repentino y definitivo dolor en el pecho. Anisiev, que en ese momento cruzaba el aire, llegó a las manos de Karl dos fatales segundos tarde.

jueves, 17 de marzo de 2011

TERAPIA

                 La autora de la ilustración es Abigail Larsson

Empecé a escribir relatos terroríficos para alejar mis miedos. Al convocar temores en la ficción me libro de su obstinada compañía real. Mis personajes sufren irreparables pérdidas para que las mías duelan menos. Brotan diálogos salpicados de recuerdos negros, de cobardía antigua. He despertado a mi madre muerta, me he vengado de amantes que no me quisieron. Con esa entrega total a la ficción he quedado libre de molestas cargas anquilosadas. Pero tardé en advertir que empezaba a diluirme. Ahora ya no soy otra cosa que golpes de tecla.

domingo, 6 de marzo de 2011

EXTRAVÍO

La larguísima escalera corredera se desliza veloz por los raíles de la enorme, abigarrada librería. La empujo con fuerza. El tomo está en alguna parte, lo he visto infinidad de veces. Lo recuerdo en la estantería superior, es casi seguro, pero no lo veo. Los libros lo cubren todo y hay demasiado desorden.  Acaricio los gruesos lomos esperando que el tacto me ayude a recordar. Tengo que encontrarlo. Sé que está ahí, en algún rincón.
¿Quieres sopa? repite la voz amable.
Y yo me agarro a la silla y dejo que mi tristeza sonría un poco. Cierro los ojos, abro la boca y trago un líquido caliente que me relaja, que disuelve la espesa certeza de un nuevo extravío, la pérdida, esta vez, de la palabra sopa.

domingo, 27 de febrero de 2011

EL SUICIDA

A pesar de la rapidez con la que actuó el equipo de reanimación, pasaron varios minutos hasta que volvió a respirar. Cuando recobró la consciencia y abrió los ojos, una mueca de horror inmovilizaba su rostro. Después contó que lo que había visto al otro lado, lo que se escondía detrás del escenario, era infinitamente peor.

lunes, 14 de febrero de 2011

UNA NUEVA VIDA

                                      El Bosco

Me bautizaron hace sesenta años. A los seis hice mi primera comunión para poder acompañar a mis padres a las anémicas misas con las que el padre Borrás nos obligaba estrangular bostezos. A pesar del terror que me producía el olor a sotana sucia, acudía con frecuencia al confesionario, convencido de que los susurros del capellán me evitarían el fuego eterno del infierno. Hasta me casé por la iglesia con una mujer pánfila y devota, para la que el sexo suponía un   trámite vulgar e inevitable.Todo según lo estipulado. Pero aquel día perdido en el calendario, marcado desde hace tanto tiempo con un círculo rojo, ha llegado. Hoy termina mi contrato de permanencia. Al fin puedo declararme ateo.Y suicidarme.

A los pacientes lectores: llevo un mes peleándome con varias compañías telefónicas, lidiando con sus inoperantes operadoras, sufriendo la tortura de música horripilante y machacona durante horas y horas, escuchando delirantes cláusulas y abusivos contratos, con sus respectivas obligaciones de permanencia.
Vivo reprimiendo las ganas de volverme terrorista. Y no es fácil.



 

miércoles, 9 de febrero de 2011

CORRECTIVO

                                 Frans Van Mieris

Convencido de que aquello no podía ser obra más que de dios o el diablo, el doctor Trapelli escondió la oreja que había recibido aquella mañana en un sobre acolchado, en el único cajón con llave de su escritorio. Tiró la llave.
Ahora los pacientes siguen llenando la consulta con males reales e imaginarios. Llegan aquejados de fiebres y espasmos,  gota o insomnio. Y no pocos comentan que últimamente el doctor les dedica una atención mucho más profunda, una escucha más atenta.

miércoles, 26 de enero de 2011

GREMILADO POR LA PRESIÓN



Reblidaba la mañana. El inventor de verbos se treblonía en la silla flimorando. Mientras, su mujer le riminaba con rabia seforcida. Él, completamente acrasilado y en silencio, se gremiló por la ventana.



jueves, 20 de enero de 2011

LA PESADILLA DE MARTITA




Las noches empezaron a llenarse de gritos desgarradores y carreras por el pasillo para abrazar a una Martita que, con la cara bañada en sudor y mocos, intentaba huir de sus pesadillas. Mamá, hay una zepiente con dientes debajo de mi cama.
Por mucho que cada tarde yo fingiera haber repasado toda la habitación antes de que ella se acostara, los aullidos de terror llegaban puntuales para escalar la sima del silencio de la noche.
La zepiente, mamá, ha vuelto la zepiente.
Esa vez decidí seguirle la corriente.
Tranquila cariño, yo la sacaré.
Vamos serpiente, sal de la habitación. Deja tranquila a mi hija. Ya está, ya se ha ido.
Después me quedé junto a ella hasta que la respiración acompasada me confirmó que se deslizaba hacia un sueño tranquilo. Antes de volver a la cama entré en el baño.
Acababa de sentarme en la taza del wáter cuando desde abajo me llegó el primer mordisco.

miércoles, 5 de enero de 2011

ESE ALGO


Estoy a punto de dar por válida la última corrección de mi artículo. Me levanto a fumar un cigarrillo y me acerco a la chimenea de hierro donde se mantienen encendidas unas brasas que parecen comestibles. Vuelvo al ordenador. Quiero alargar un poco más el momento previo a la recompensa final, el calor anestésico que desprende el cuerpo de mi mujer dormida. Ahora pienso que tampoco fue tan mala la idea de pasar las Navidades en Sylt, una isla del Mar del Norte alejada de forma casi equidistante de la histeria convencional que destilan mi familia y la de Daniela a finales de diciembre.
¿Lo has notado?
Levanto la vista de la pantalla y miro con sorpresa a mi mujer, que descalza y enrollada en una manta, ha saltado de la cama. Su cara refleja un extraordinario esfuerzo por descifrar algo.
¿Notar qué?
No lo sé, ha pasado algo. No te sabría explicar...
Callo y afino el oído sin percibir nada fuera de lo normal. Un rápido barrido visual me confirma que todo sigue en su sitio. Pero ha conseguido intranquilizarme y me levanto. Ella da unos pasos hacia el balcón y un leve brillo infantil se posa en sus ojos.
Mira, esto es lo que ha pasado.
Su dedo índice se ha abierto paso entre la manta y señala hacia afuera, hacia el fondo de la noche. Me acerco con más aprensión que curiosidad. El Mar del Norte se ha congelado. Lo que ella ha sentido, hasta el punto de despertarla, ha sido un perturbador golpe de silencio.

La historia, mutatis mutandis, pertenece a alguien que me la contó como verídica, y que amablemente me la cedió para transformarla y adaptarla para este micro.