Por favor, coja número y espere. Me siento en la
única silla desocupada. Enrollo y desenrollo el número 93 haciendo un canutillo
cada vez más apretado, la pantalla electrónica salta al número 27. Cambian las
unidades y las decenas, algunos números se dilatan atascados en largos minutos,
pero no tengo prisa. Llega mi turno. Después de grabar los datos y pagar mi
dispositivo UST, vuelvo a casa. Tomo una cena frugal, inserto el UST en mi RB2
y me dispongo a disfrutar del sueño recién comprado. Pocos segundos después de
apoyar la cabeza en la almohada, cae el pesado nido. Las imágenes llegan
puntuales como prometía la publicidad del producto. Todo es tal como lo
imaginé, como conseguí describirlo. Y ya por fin la tengo delante. A ella, mi
amada, distante y hermosa, moviendo sus labios asalmonados que imagino rellenos
de pulpa de fresa, suave y jugosa. Me habla a mí, me mira con estudiada
coquetería. Mi corazón aletea ingrávido. Por favor, coja número y espere, dice
la mujer de mi sueño.