martes, 7 de septiembre de 2010
EL ACCIDENTE
El instante del impacto se alargó para que cupieran en él, el interior del bolso de mamá y su olor a pan recién hecho, los besos largos de Mario, los reflejos de aquellas pompas de jabón gigantes, y otra vez mamá y su bolso, y las almendras que comíamos en verano, cuando la piel era tierna y amarilla, y el cachete que me dio papá, el primero y el último, que aún dolía cincuenta años después, y el sabor amplificado de la horchata, que se concentró en mi paladar justo cuando mi frente hacía pedazos el cristal delantero de aquel autocar de ancianos que nunca llegaría a su destino.
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18 comentarios:
Tanto en tan pocos segundos y en tan pocas líneas. El sabor a horchata me ha sonado al Rosebud de Ciudadano Kane. Quién sabe en qué pensaremos al final. No podremos contárnoslo. Es una pena.
Tus relatos siempre me acaban dando una especie de miedo y, sin embargo, sigue siendo un placer;-)
Me voy a beber una horchata y a la cama.
Tremenda la concentración de imágenes que se agolpan como si quisieran, ellas también, abandonar el cuerpo inerte...
Un beso
A partir de "El instante del impacto se alargó" uno sabe que está entrando en un micro excelente. La puerta está bien elegida y la casa también.
Un admirado abrazo,
PABLO GONZ
La vida pasa en un instante por delante de los ojos y a lo mejor se puede resumir en cuatro cosas
Mi querido Pablo se me ha adelantado. Para que cupieran... No se dilata por cualquier motivo, sino para que cupieran todos esos recuerdos.
Fantástico.
Un abrazo, Araceli.
Tengo un amigo que tiene tatuado en el brazo lo de "Rosebud", a mí también me ha recordado tu micro a Ciudadano Kane y a esa escena del trineo y la bola que recuerda justo antes de morir, la feliz infancia, cuando eres tu "yo" más puro, sin las contaminaciones que vienen luego.
OLGA, qué curioso lo de Ciudadano Kane, lo cierto es que no recuerdo esa imagen, igual ese recuerdo vuelve en ese postrer segundo.
GEMMA, no sé porqué, pero siempre lo he imaginado así, como un último rebobinado rápido que se encalla en algunos de los momentos aparentemente más triviales. Te iba a decir que ya te lo contaré si me ocurre antes que a ti ( que es lo más probable) pero no sé si me dará tiempo.
Me alegro de que te lo parezca, PABLO, es cierto que es importantísima la primera frase.
Seguro que sí, MIGUEL, es muy posible que al final todo se reduzca a unos cuantos pequeños flashes de despedida.
JESUS, un instante se puede alargar eternamente. Esa idea me fascina.
MANU, sí que es un tema universal eso de los recuerdos del último segundo, pero tal como he contado más arriba, no recuerdo esa escena de Ciud.K.
En tu instante tiene cabida una mezcla dulce y amarga de recuerdos y sensaciones, dominada por aquello que nos gusta. Si en algo podemos complacernos, llegado el caso, es en la capacidad de acreditar la vida que dejamos a nuestras espaldas. Por eso, creo yo, tu instante da para mucho. No sólo por lo que cuenta, sino por las ganas de volverlo a leer.
Tus comentarios, PEDRO, sí que dan ganas de volver a leerlos. Le suben la moral a cualquiera.
Magnífico texto, tan intenso que parece real. Me ha impresionado. Te felicito. Saludos cordiales.
Toda la vida por delante, con sus contradictorias anecdotas, y las vidas que se estaran recordando en unos pocos segundos dentro del autocar. Me ha dejado mal cuerpo y me ha hecho preguntarme que seria (o que sera) lo que recordaria yo en esa situacion, pero supongo que eso es bueno (que me haya hecho pensar, quiero decir).
Un saludo
Viendo ahora la ancianidad cotidiana (mis padres)les escucho a diario sus visitas a los recuerdos de "sus" infancias, una y otra vez. Como si gran parte del resto de sus recuerdos no existieran. Es una alargada "espera" de ese golpe final de tu micro. Un saludo
Brutal, querida mía, brutal.. Qué envidia de micro.
Impresionante. De una intensidad abrumadora. Un abrazo
Me alegro, ISABEL, lo más difícil es hacer que los textos resulten reales.
ANTONIO, creo que todos hemos pensado alguna vez en ese último momento.
MANUEL,nuestros padres recurren a menudo a su libro de recuerdos como en un intento de reconectar con la vida.
RAUL, que lujo de comentario.
HERMAN, ¡cuánto tiempo! Y qué alegría verte por aquí de nuevo
Si vemos pasar toda la vida, tenemos 80 o 90 años más de desconcierto. ¿Dónde, la piedad del fundido a negro?
Inquietante.
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