Aquella carta que abría la puerta a un universo nuevo, a un enjambre de posibilidades, aquellas letras que nos enlazarían para siempre en un venturoso torbellino de emociones, las palabras que sólo en los sueños más delirantes me atrevía a convocar, aquel mundo reservado para nosotros, liso, recién nacido, llegó directamente a la bandeja de spam y la luz nunca se encendió.
10 comentarios:
Como cruzarte por la calle con el amor de tu vida sin reconocerlo. Luces que no se apagan... pero que nunca se encienden.
Bonito.
Ay esas cartas soñadas degradadas por un término tan feo como onomatopéyico: spam. Si al menos acabaran arrugadas en una papelera...
Saludos.
Araceli, un buen juego de despiste el que plantea este relato, que mezcla el ambiente de muchos años atrás con el actual, logrando un efecto de sorpresa que arranca una sonrisa.
Abrazos.
Muy bueno, hay cartas que no queremos leer si las adivinamos cortas. Saltos y brincos
Confesaré que esa "bandeja de spam" es la que arranca mi sonrisa cómplice y admirada y me hace mascullar ¡qué buena es la puñetera!, con perdón.
Confesado lo cual, ¿qué más puedo decir que no esté tiznado por la sospecha de subjetividad condicionada?
Excelente, Araceli. Me gusta leerte, también fuera del mar en el que nadas. ;-)))
Un abrazo.
¡Qué pena, qué desperdicio! Me pregunto cuántas cartas habrán quedado en el trastero por una u otra razón, sin ver y dar la luz.
Abrazos, muchos.
En la ciudad de La Laguna, hay un palacio en la Plaza del Adelantado -debe ser el único palacio de las islas- que tiene unos respiraderos de piedra rectangulares que dan a los sótanos. A principio del siglo pasado, los abrieron y encontraron miles de cartas en e suelo, que los campesinos analfabetos de la isla mandaban a Cuba y dejaban pensando que era buzones de Correso, que estaba un poco más abajo. Esta historia la cuenta Unamuno en "Por tierras de Portugal y España", creo recordar. ¿Cuántos miles de deseos, de besos, de muertes, de nacimientos, de amores en aquellas cartas sin abrir?
A veces por miedo, a veces por inseguridad o vete tu a saber por qué (en este caso la culpa fue del spam) y nunca llega a suceder. Me gusta.
Me recuerda muchísimo a uno de los micros que leíste ayer sobre vidas no vividas y de cuyo nombre no me acuerdo ahora... Disfruté mucho de vuestra lectura ayer. Abrazos
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