Desde que nací vivo en un hospital. No conozco otra casa. Y a parte de mamá, los únicos que me visitan son los médicos y las enfermeras. Nunca me dejan salir. Y eso que yo siempre les digo que me encuentro bien, que no me duele nada. Miro por la ventana y me imagino la vida, lo que sería pisar piedras o tocar un árbol, que me diera un beso alguien que no fuera mamá. Lo peor son los análisis; hoy ya me han pinchado dos veces para extraerme sangre. Los médicos son simpáticos y me tratan bien. Me regalan libros y a veces se quitan la bata blanca para jugar conmigo al ajedrez. Con ello no evitan que muchas tardes las lágrimas empujen con fuerza para salir. Pero como no quiero llorar, finjo tener sueño y cierro los ojos. Los cinco.
21 comentarios:
Escribes genial, créelo aunque sea yo quien lo diga.
De buena factura, como de costumbre. Escondiendo en la manga ese As que nadie ve, no porque tengas unas manos grandes sino por la técnica depurada que dominas y mediante la que entretienes al espectador, dándole lo justo para que no abandone la historia mientras la haces comprensible. Y para que, cuando la comprensión se derrumba tras esas dos palabras finales, tampoco pueda ni quiera abandonarla. Como de costumbre, mi aplauso y mi admiración.
Bravo. Un relato de terror escalofriante. Menuda imagen con la que nos golpeas al final.
Pobrecín. Si es que basta ser distinto para que te encierren. De por vida además.
Un abrazo
Siempre te leo como acelerada, para llegar pronto a esa sorpresa final. Y claro, luego tengo que releerlo para poder apreciar mejor todo el andamiaje.
Muy bueno. Y muy Estevez, jejej
Un abrazo.
Cómo serían los padres, por dios.
Con cinco ojos se sufre el quíntuple, no ??
Pobrecillo.
....
Hola, buenos días, señora escritora microcuentista , ha sido usted agraciada con un pack 2x1 de comentarios procedentes de la misma persona con distinto disfraz, pero que aprovecha para manifestarle muy sinceramente su admiración por este cuento.
Besos dobles .
(Empresa Teleoperadoras Borrachas Anónimas ) .
Con cinco ojos, si le hubieran puesto gafas los niños lo habrían llamado diez ojos, menos mal que no iba al colegio, esos pequeños sí que son crueles.
Qué triste cuento, Araceli,
pero qué forma de contarlo, niña!
Pero, por qué confinarlo, si
a veces, un par de ojos, no nos
bastan para mirar...
Un beso
BB
Qué penilla... haces que sea imposible no identificarse, aunque les pongas cinco ojos, siete cabezas o quince brazos.
Y mira que es peligroso escribir basándote en la sorpresa final. Pero qué bien te ha salido. Porque lo has hecho como una maestra, buena descripción y la sorpresa en 2 palabras. Un perfecto equilibrio.
Gracias, Araceli, por este magnífico triste microrrelato. Podría estar firmado por cualquiera de los grandes: E.A.Poe, C.Fernández Cubas, A.M.Shua, A.Esteves,...
O te has pasado a la ciencia ficción, o a contar los horrores causados por mutaciones post-atómicas, o el hospital es un psiquiátrico.
Qué decirte, amiga. Que te aplaudo con las orejas. Y no es frase hecha
Qué bellos textos leo en tu blog. Seguiré pasando. Felicitaciones desde Argentina.
MARILIA, me parece muy bien que te guste.
PEDRO, me emociona tanto halago, lo cierto es que no sé que decir, a parte de: gracias.
HERMAN, si te pareció escalofriante
me doy por muy satisfecha.
GEMMA, tienes razón: ser diferente parece motivo suficiente para la peor de las condenas.
SINUOSA, qué decepción si algún día no hay sorpresa final, no?
RAÚL, los padres son muy normalitos, en serio. Lo que ocurre es que la madre tuvo una extraña visita una noche que dormía sola.
JUNE, REYES, me encanta tu doble triple o cuadruple personalidad, así nunca te sentirás sola.
Es verdad, MANU, y menuda complicación para la óptica fabricar tales gafas.
Lo confinan BB, porque lo distinto da miedo.Somos así de estúpidos los humanos de dos ojos.
BÁRBARA, sí que da pena, sí. Aunque todos, en cierto modo, hemos tenido cinco ojos alguna vez.
O así nos lo han hecho sentir.
Gracias, NÁN, pero esto de buscar la sorpresa final, ya se está convirtiendo en un vicio.
Uf JOANA, eso ya son palabras mayores. Aunque agradezco ese inmerecido piropo.
Cualquiera de las tres opciones me valen, JAHT. Aunque yo lo había imaginado como algo muy muy realista.
JA, JA, JA, MIGUEL, me encantaría ver cómo lo haces.
Muchas gracias ORLANDO, y ojalá sea cierto que vuelves.
Tu historia me acerca a lo que vivo todos los días. A pesar de la reforma psiquiátrica y toda la leche, seguimos encerrando a las personas porque nos molestan y no sabemos qué hacer con ellas. En realidad lo que deberíamos encerrar serían todas nuestras limitaciones y nuestra ineptitud.
De una psicóloga clínica que sabe que un día la medicina se hará humanista. Algún día.
Un saludo.
Querida Esther, es una reflexión muy interesante la tuya, efectivamente esa estrechez de miras es lo que debería encerrarse. Bajo seis candados, por lo menos. Gracias por tu aportación.
Pobre ángel ,tener cinco ojos para mirar más lo que no se puede gozar.
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