lunes, 30 de marzo de 2009
LA GUERRA
Mamá, ¿cuándo moriremos? El niño se agarra a su madre y tira con fuerza del pañuelo negro que le envuelve la cabeza. Las ráfagas de metralleta serpentean por los callejones estrechos y llegan amplificadas al refugio. No vamos a morir, me oyes, esto va a parar enseguida. La madre coge entre sus manos los deditos helados del niño, que está rígido como un ladrillo. Ahora cuenta conmigo: uno, dos, tres, cuatro...cuando lleguemos a veinte todo habrá acabado y volveremos a casa. Nueve, diez, once. Con la última “e” del número veinte, dibujada aún en los labios de la madre, cae una bomba tan cerca del refugio que la detonación deja al niño completamente sordo. Enterrado en la espesura del silencio, rompe a llorar. Cree que la sordera opaca es la muerte, que la muerte es el mismo horror, pero sin sonido.
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28 comentarios:
No se puede decir gran cosa.
Es más,
me atrevo a decir que nada se puede añadir.
Un beso helado.
Wow. es un poco lugubre, la verdad es terrorrifico, que desperacion se siente al final, muy bueno... besos
El horror debe de ser tal como describes: insonoro.
Besos
El final me ha dejado aturdido. "La muerte es el mismo horror, pero sin sonido": demoledor.
Qué buena eres con los micros, prima, no sé a quién habrás salido, conociendo a la familia.
Excelente, una vez más. Logras que el horror demencial de la guerra se traslade al lector en unas escuetas líneas. Gran relato.
"Mamá, ¿cuándo moriremos? El niño se agarra a su madre y..."
Y con este comienzo, ¿quién es capaz de dejar de leer?
Y con su sordera no podría escuchar la respuesta de su madre.
Buen relato.
Un abrazo.
José Roberto Coppola
Qué triste es pensar que
la muerte, invitada de
honor de toda guerra,
nunca llega en silencio,
sino disfrazada de bomba
ensordecedora y brutal.
Qué triste micro, Araceli!
BB
Es uno de los pocos casos en los que el silencio se acerca más a la muerte que a la vida... muy bien contado, como siempre. Un abrazo.
En las guerras todo el mundo muere un poco...
Petons.
Al hacer que el niño horrizado crea el que silencio es ya la muerte, llevas la intensidad a tal extremo que nos crujes.
Y haces muy bien. El horror hay que describirlo.
Araceli, para mí el principio es casi más impactante que el final. La pregunta del niño, con una mezcla de ingenuidad y terror, deja al lector muy maltrecho para el resto del relato. Enhorabuena. Besos.
Me he quedado sobrecogido con las dos últimas frases
Mil caras tiene la muerte. Muta, se transforma, nos engaña...siempre en busca de su botín.
Besos.
Te devuelvo la visita, amiga, y te doly la enhorabuena por el relato, muy impactante, muy bien narrado. Un abrazo.
Un cuento muy oscuro, pero de los que transmiten, aunque sea un sentimiento muy chungo, lo cuál es un mérito indudable.
Llego aquí por una casualidad empujada desde el “Ah de la vida…” de Juan Antonio. No quiero ser excesivo ni cargante, pero este texto me ha impresionado. Y los que he leído después, igual. Una impresión mantenida es un aplauso: llegas adonde hay que llegar, y como hay que llegar.
No sé el pasado que te espera, pero preveo el futuro que te aguarda.
Un saludo
He pasado ya un par de veces y no se me ocurre nada que decir tras leer este espeluznante relato. Dejo mi constancia de ese nada que decir...
Bien Araceli, bien. Muy bien diría yo.
Gracias por ese beso helado REYES.
JOSUÉ, a veces la desesperación no tiene sonido.
Tú lo has dicho MEGA, el horror puede ser extremadamente silencioso.
Gracias VIAJERO...¿y tú me lo preguntas, querido? Sabes de sobras que tú y yo hemos salido a la bisabuela Florentina. Lástima que nadie entendiera su peculiar manera de felicitar las Navidades con aquellos microrrelatos tan enigmáticos...
Gracias HERMAN, celebro que te haya gustado.
SINUOSA, si el principio te enganchó tanto como para no dejar de leer, me doy por muy satisfecha.
TERAPIA, no había pensado en ello, pero en efecto eso debía aumentar, más si cabe, el pavor del niño.
Pues sí, BB, triste como la vida misma.
CA, bien pensado, la muerte tal vez avise de su llegada con un ensordecedor silencio.
STRONG... Pues sí, todos, aunque los niños de manera especialmente cruenta.No deben entender nada.
NÁN, Gracias, me alegro de ese crujimiento, de eso se trataba...
ANTONIO SERRANO, a mí me resulta muy dificil meterme en la piel de un niño, imaginar cómo sentirá las cosas.Pero eso de ¿cuándo moriremos? me suena que lo saqué de una historia realdel telediario. Y si no fue así, no me cuesta creer que más de uno lo habrá pensado.
MIGUEL, me alegro que te haya sobrecogido, eso quería. Besos.
EL SUEÑO... Pues sí, tantas caras como tiene la vida, supongo, aunque el miedo nos impida hablar de ello.
JUAN ANTONIO, También ha sido una alegría haber descubierto tu blog, en serio. Me lo quedo.
MANUESPADA Pues sí, tan oscuro como la vida misma...
ANTONIO AZUAGA, Bienvenido. Y bienvenidos tus halagos, que no nos engañemos, nunca sobran.Un abrazo.
BÁRBARA, me encanta que pases aunque no digas nada. Pero me parece estupendo que constates esa nada. Yo también te visito siempre aunque a veces en silencio.
RAÚL, tu opinión me parece siempre muy relevante. Gracias.
No sé qué decir. Cómo con una frase se puede impactar tanto. Increíble relato Araceli.
Beso.
¿Por qué todos saben que tye llamas Araceli y yo te tengo que llamar "pasado".
A ver si va a ser que te llamas Araceli.
Solo la resistencia contra el ocupante debería estar permitida. El resto, la Guerra, es tan injusta como la Vida con los indefensos.
Que muy bien, Araceli, solo quería decirte otra vez que en unas líneas metes hermosamente mucho.
Gracias TORTU, encantada de que te pases por aquí.
Pues sí NÁN, me llamo Araceli. Algunos me llaman Pasado, que ahora que lo pienso (no se me había ocurrido hasta ahora, en serio) así a secas, da un poco de mal rollo. Aprovechando tu comentario, voy a firmar con mi nombre. Un abrazo y muchas gracias por tus comentarios.
A ver si ya salgo como Araceli
Ya sales ya ;)
Muaks.
Araceli, amiga, éste era el pasado que te esperaba: recuperar tu nombre. Bien visto, da para un cuento de los tuyos.
Pues yo siempre te he llamado Araceli.
A veces Elpa , a veces Ara , pero casi siempre Araceli.
Que conste.
La muerte en todas sus formas, despierta sonidos, unos tenebrosos, otros mudos. A mí no me gusta oírla, pero es inevitable.
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