“Ay, qué risa, ay qué risa” gritaba el loro Jacobo a todas horas. Fue imposible averiguar quién le enseñó la frase, porque en casa siempre hemos sido de ánimo más bien bajo, nada proclives a dejarnos desbordar por la alegría.
Despotricábamos a menudo del idiota que nos lo regaló, pero pese al incordio de la compañía gritona y monotemática del lorito, jamás pensamos en desprendernos de él. Cada noche, atravesando la gruesa tela negra que cubría su jaula, su “ay, qué risa, ay qué risa” recorría la casa de esquina a esquina, se colaba en nuestras habitaciones como una burla, y convertía nuestros sueños en pesadillas carnavalescas.
No conseguimos que dijera “lorito bonito" ni una vez, sólo que basculara su cabeza y que fuera soltando a cada rato aquella bobada:”Ay qué risa, ay qué risa…”.
Al morir, nos demostró que incluso la tortura genera dependencia, pues quedamos sumidos en una aflicción de lo más inesperada. La abuela logró conmovernos con su llantina y accedimos a incinerarlo para poder después enterrar sus cenizas en el jardín.
Regresando del crematorio, más preocupado por la estabilidad de la urna que por la carretera, papá dio un volantazo que nos empotró en un camión de gran tonelaje. Fue un impacto brutal del que salimos despedidos, las cenizas de Jacobo cayendo como aliño de sal fina sobre nuestros cuerpos inertes. El del lorito, resultó al fin, un sentido del humor premonitorio y de lo más macabro.
No conseguimos que dijera “lorito bonito" ni una vez, sólo que basculara su cabeza y que fuera soltando a cada rato aquella bobada:”Ay qué risa, ay qué risa…”.
Al morir, nos demostró que incluso la tortura genera dependencia, pues quedamos sumidos en una aflicción de lo más inesperada. La abuela logró conmovernos con su llantina y accedimos a incinerarlo para poder después enterrar sus cenizas en el jardín.
Regresando del crematorio, más preocupado por la estabilidad de la urna que por la carretera, papá dio un volantazo que nos empotró en un camión de gran tonelaje. Fue un impacto brutal del que salimos despedidos, las cenizas de Jacobo cayendo como aliño de sal fina sobre nuestros cuerpos inertes. El del lorito, resultó al fin, un sentido del humor premonitorio y de lo más macabro.
22 comentarios:
Celebro tu agrio y macabro sentido del humor, al fin y al cabo las causalidades están ahí flotando, y esperan a que alguna costurera como vos las teja de una forma fantástica. Las carreteras están recubiertas de esa ceniza, por eso son grises. Un abrazo Araceli.
Yo creo que no le diste todo el cariño que en vida se merecía, el dichoso pajarraco, y os la guardó hasta el final.
Tu loro me ha recordado al que tenía una tia-abuela mía que aprendió a decir:
"dáme chocolate".
Había días que lo repetía sin parar. Te ponía la cabeza como un bombo.
NO recuerdo de que murió.
Esa frase de "como aliño de sal fina sobre nuestros cuerpos" me suena muy macabro. Como si luego de aliñados vinieran los cuervos a darse un festin...
Jo... Ahora soy yo la macabra...
Es que me tientas de un modo que...
:)
Qué jodido, el lorito bonito...
A todo esto, buen micro (aunque no dé risa.) Un abrazo
jajajaja, macabro no tanto, en la casa habia uno que solo decia "mentira no le crean" y en los momentos mas inoportunos, nos sacaba una carcajadas jejejeje, un beso.
Prima, eres como el lorito: sabes cómo esparcir las dosis justas de humor y tenebrosidad.
Como en las profecías, su augurio sólo pudo confirmarse a toro pasado (¿o habría que decir a loro pasado?).
Yo tenía un vecino que tenía un loro que decía "lorito real", "lorito real". Me ha gustado mucho lo que decía el loro de Josué Ramón.
Una vez, en la tele, una actriz que ya murió, Mimi no me acuerdo (hablaba muy raro, igual alguno sabe el nombre) contó que se había comido a su abuela a cucharadas. Por lo visto, les llegó de America una caja con polvos y la familia creyó que era un producto tropical, algo así como azúcar para acompañar al café. No sabía a nada, pero bueno. Solo varios meses después, cuando la caja estaba por la mitad. les llegó una carta diciendo que eran las cenizas de la abuela. La tal Mimí decía. "yo no sabía si reír o llorar".
Un buen micro. Aunque sea macabro (como el propio texto dice) me ha hecho reír. Cuando lo iba leyendo imaginaba un final más explícito, irreal... que el loro, aunque muerto seguía diciendo "Ay qué risa, ay qué risa" ( risa de comentario, tal vez).
Dels animals que un ha tingut i s'enrecorda més acostumen a ser els torracollons. Jo vaig tenir un lloro que era un mal parit, no parava de donar pel sac, i no es va deixar tocar mai, ni quan dormia. Molt bò el miniconte, el final em recorda a "El Gran Lebowski". Petons.
Muchas felicitaciones por el galardón diomedeico. Me ha encantado tu relato. Ya lo había leído con admiración en el blog de Fernando Valls. Besos.
Muy bueno, le tenías que haber dado al loro perejil, que por lo visto no lo digieren nada bien. ¡Y enhorabuena por el premio!
Mis felicitaciones por tu calidad de finalista en el Diomedea. Excelente micro, que ya conocía de la nave de los locos.
Eres un hacha, prima.
Enhorabuena, Araceli.
El loro se burló hasta de sus cenizas.
José Roberto Coppola
Qué bonito el loro tú. Sentido del humor tenía el colega desde luego. ¿Jacobo es un nombre de loro? Yo conocí a uno que se llamaba Pepe.
El loro de Josué es más simpático.
Yo no sé qué Mimí era Miguel, pero uno de los Rolling esnifó las cenizas de su padre (nunca recuerdo los nombres de los Rolling). Y se quedó tan pancho. Bueno no, está tocaíllo el hombre...
Besooooo
Tremendo , tremendo.
Yo creo que algunas veces es ese toque surrealista (una risa, una chabacanada ) la que pone el acento sobre la tragedia...
como siempre, me ha gustado.
Felicidades por el finalismo, tú ya me entiendes.
besos.
Mi tía tenía un lorito que tenía
una satisfación "loril" al
impedirle a mi tía salir con amigas, pues, al llamarla: Violeta!
el lorito, respondía: no está...
por consiguiente, continuaban.
A ese Jacobo con dotes premonitorias, lo movía a risa,
imaginarse esparcido por toda la
carretera y ser el causante de
tamaño desastre! Macabro y cruel!
Excelente, Araceli!
También te felicito por ser finalista en el Diomedea.
Para mí, eres ganadora.
Un abrazo
RESPUESTA GENERAL
Os respondo en grupo porque estoy en Londres y con poco tiempo para bloguear(escribo con un teclado sin acentos)El curioso mundo de los loros da para muchas historias. Me he reido mucho con la de JOSUE y la de BB. Os agradezco los comentarios y las felicitaciones por mi condicion de finalista en el Diomedea.
Un abrazo a todos.
Otra cosa: Como no van a ser flematicos los britanicos si no tienen enye para poder escribir CONYO!!?
Espero que no te importe que te enlece en mi blog. Así te sigo de cerca. Un abrazo
Encantada por el enlace, Enrique. Un abrazo
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