domingo, 4 de enero de 2009

CATORCE DE OCTUBRE

Querido Manuel: Te preguntarás el motivo de mi carta ahora que tú y yo somos sólo humo y que por no quedar, no nos queda ni la pena. Ya sabes que sufro de forma crónica de reflujos del pasado y que muy a menudo me sopla el viento caprichoso del lado de la memoria. De ahí me llegaste ayer, ya sin dolor ni reproches y sin atravesar mares de cristales rotos, más como una película en blanco y negro cuyo final no consigo recordar.
Antes de que tu imagen se evapore y vuelvan los pensamientos que ahora me ocupan, quisiera contarte cómo he pasado estos meses, de ola de calor licuado y de mosquitos grandes como halcones. Tan terrible fue la plaga este año, que Marta y yo pasábamos las tardes enteras agitando pañuelos para ahuyentarlos. Parecíamos dos locas en una estación de tren, entregadas a una adiós desmedido.
En julio tuve que ir al dermatólogo, a tratarme un sarpullido que brotó en el lugar en el que te escondía aquel tiempo en el que fuimos poesía. Septiembre llegó balsámico, las nubes no dejaron de lamer las copas de los pinos y la luz ambarina que tantas veces nos acompañó de camino al faro no me habló de tu ausencia ni una sola vez.
Aquel anillo que me regalaste en Berlín, la noche que nos amamos hasta enfermar, lo tiré al w.c., l
uego me arrepentí y lo saqué. Un día necesité una arandela para fijar la manguera al grifo del jardín y la medida acabó resultando perfecta. Espero que no te importe.
Conservo la caja con tus escritos, que sigue donde la dejaste, enfundada en una capa de polvo bajo la cama. No me molesta, ahí se quedará hasta que la recojas, si es que te apetece. Y ya puedo mirar sin vomitar lágrimas, aquella foto que nos hicieron en Budapest, aquel día que el frío nos hizo reir tanto.

No hay mucho más que contar, la vida sigue sin prometer demasiado y yo sin esperar mucho más. La gata ha tenido cachorros dos veces desde que te fuiste y el jazmín que habíamos dado por muerto, volvió a florecer.
Ah, y anoche me acaricié en tu nombre. Pero no, no me corrí.

15 comentarios:

Txell Sales dijo...

Ei, està molt bé. No és enigmàtic ni de misteri, però transpira poesia. Ei, una prosa poética magnífica, com una petita novel.la.

Anónimo dijo...

Los desencuentros son siempre tristes, no importa si el anillo
que alguna vez juntara, hoy sólo
sirva como arandela para arreglar
desperfectos. Por suerte, ha florecido nuevamente tu jazmín,
la gata tuvo gatitos y todo sigue
su curso en un rodar y rodar, hacia
cualquier parte, hacia ningún lugar...

Anónimo dijo...

Hola , es muy tarde y vengo a pasear mis cansados ojos por mi esquina virtual favorita, paso rápida por la lista de blogs y no escribo en ninguno, pero no me resisto a decirte a ti que este cuento me ha parecido MA RA VI LLO SO.
Lo guardaré en el mismo sitio que la protagonista escondía a Manuel , quizá más cerca del corazón que de ninguna otra parte.
Besos, artista.

TortugaBoba dijo...

Ay madre. Poco que decir sólo que me ha encantado. Brillante me ha parecido. Me gusta "tu Manuel" que ya ha aparecido 2 veces en poco tiempo. Qué juego da tú.
Beso.

Gemma dijo...

La vida tiene esas cosas: sigue dando vueltas a lo burro, confiada en que nosotros, si es cierto que no queremos seguir dándolas, al menos no podremos evitar que ella las dé.

Abrazo

Terapia de piso dijo...

Buscamos atarnos al pasado, a algún momento, a alguna frase porque creemos que no podemos vivir sin el tiempo que se fue o porque simplemente queremos recordarlo de tanto en tanto.

José Roberto Coppola

Anónimo dijo...

Tu relato es enormemente evocador, yo de repente me sentí en Tlacotalpan, un pueblito al sur del Estado de Veracruz, en el que todos los habitantes van en verano con unas correítas de cuero con las que se acarician o azotan tal vez para purgar algún pecado inconfesable, pero seguro para espantar los miles de mosquitos ansiosos de sangre. Tu "ola de calor licuado" es muy sabrosa también por aquellas lides.

Me gusta tu relato porque dibuja el vacío con contenido, no como un espacio vacuo. Esa antítesis es la que me da gusto (pero sin orgasmo).

Bárbara dijo...

Hermosamente escrito, el texto casi le lleva a uno volando. Y no, no hace falta correrse para disfrutar.
Es precioso, Araceli.

Celsa Muñiz dijo...

Precioso, sí. Me gustó mucho el detalle del anillo como arandela del grifo, porque es uno de los que le hace más veraz.
Cada separación tiene sus propios detalles que la hacen diferente a las demás y has sabido elegirlos bien.
Feliz noche de Reyes.

Pedro dijo...

Lo extraño habría sido la explosión de un orgasmo para culminar este dolor frío, esta humedad de los huesos en forma de memoria, la memoria de un olvido. Me ha recordado un viejo libro de Cernuda, "Donde habite el olvido": ¿Qué queda de las alegrías y las penas del amor cuando este desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis. Manuel ha dejado alguna de estas espinas que debe ser arrancada con estas pocas palabras enviadas de vuelta al pasado. Una memoria fría, sin placer.

Miguel Baquero dijo...

Precioso el recuerdo de esos tiempos en que "fuimos poesía" o "el frío nos hacía reír tanto". De todos modos, veo ue la protagonista quiere ser distante pero todavía conserva la herida, por más que lo intenté disimular. Me ha encantado esa manera de mostrar las corrientes subterráneas debajo del mar tranquilo.

Que los Reyes te sigan trayendo tanta inspiración.

Un beso

Javier dijo...

Harold Pinter decía que a veces recordamos cosas que nunca nos han sucedido. Y yo coincido. Es una buena práctica pensar en la memoria como un mecanismo falaz que solo nos proyecta lo que queremos para nuestro futuro y no lo que nos ha sucedido en el pasado. Somos animales muy torpes, pero queremos ser felices.

Espero que este 2009 te llene de bondades y de paz, de magia y de proyectos realizados,

Araceli Esteves dijo...

Gracies, TXELL, ets molt amable, m´alegro que t´hagi agradat.
BB,las cosas siguen su curso a pesar de que algunas veces creamos que nada será igual después de una pérdida.¡Qué bien que te haya gustado, REYES, que te haya emocionado...TORTU, GRACIAS, no me había dado cuenta de que Manuel había aparecido en dos cuentos seguidos.Ni idea de lo que significa, pensaré...
Claro MEGA, con o sin nosotros,la vida sigue dando vueltas machaconamente.
TERAPIA, ¿qué haríamos sin los recuerdos? seguramente no seríamos lo que somos sin haber pasado por donde lo hemos hecho.
CA, si mi relato te ha resultado tan evocador como para hacer ese viaje, ya ha valido la pena haberlo escrito.
Gracias Bárbara, y yo también pienso, como tú, que el orgasmo está muy sobrevalorado.

Araceli Esteves dijo...

SINUOSA. Todas las separaciones son distintas, es verdad, aunque tendemos a repetir las mismas reacciones, los mismos patrones.
PEDRO, yo creo que hay placer en todo recuerdo, por distante y frío que parezca.
MIGUEL, tienes razón, la herida sigue ahí a pesar de que uno la dé por cerrada. Nunca nada cierra de forma tan aséptica.Gracias por tus deseos.
JAVIER, yo creo que Harold Pinter tenía razón, a veces se recuerdan cosas que no han sucedido. Incluso pueden tenerse recuerdos futuros. Bienvenido.

Joseba M. dijo...

Siempre habrá la arandela sujetando futuros riegos. O una gata pariendo, o una planta resucitando... O la leve huella de aquel sarpullido donde lo escondías cuando erais poesía (¿Erais? nunca más poesía que ahora, en esta maravillosa carta...)
Un placer leer algo tan bien escrito. tendré que agradecerle mucho a Mega que me recomendara tu blog...
Un abrazo.