Estoy desnuda frente a una pared blanca. En una habitación vacía. Desconozco el origen de mi encierro y el tiempo que llevo aquí. No hace ni frío ni calor. No siento hambre. No me vence el sueño. Vivo sin recuerdos, sin sudor y sin lágrimas. Veo crecer una mancha negra en la pared blanca. Alguien me espera ahí afuera para ponerme un nombre.
7 comentarios:
Y entonces se nace , y se lanza el primer llanto...
y se espera a ver qué nombre te ponen.
Y qué color de ojos llevarás,
y qué voz,
y qué talentos y torpezas.
Dicen que el nacer es igual que el morir .
Igual de importante , y de natural, y morir no significa desaparecer, eso dicen.
Y que no deberíamos tener miedo.
A los dos lados hay una pared blanca.
Vaya escalofrío.
Un beso y enhorabuena por este texto.
Críptico, a la par que hermoso.
Gracias a ambos. Me complace que amantes de las palabras y buenos contadores de historias como vosotros, se detengan a leerme.
Una historia completamente desnuda. Muy bonito. El final es cojonudo.
Éste sí que funciona, ya ves. Es algo relamido y feminoide, pero funciona.
Te felicito.
Me encanta este texto!, lo encuentro minimalista y profundo. Rara manera de ver el nacimiento.
La consciencia nos hace frágiles, al tiempo que nos convierte en solitarios, sí.
Es el precio.
Saludos
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